Revista Latinoamericana de Poesía

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Melissa Sauma



Melissa Sauma Vaca (Nació en Santa Cruz - Bolivia, en 1987) Explora distintas artes y realiza múltiples oficios. Entre sus favoritos están la poesía y la fotografía. Recibió el Premio Nacional Noveles Escritores de la Cámara del Libro de Santa Cruz, el año 2017, por su libro Luminiscencia.  Ha publicado Luminiscencia (2017, Editorial 3600 y 2017, Editorial Llamarada Verde) y Maneras de parar el mundo (2021, El Ángel Editor y 2022, Editorial Llamarada Verde).  Ha participado en diversos festivales y encuentros nacionales e internacionales de poesía.  Cursó el Diplomado de Escritura Creativa de la UPSA y, desde el año 2010 participa en el Taller y Editorial de Poesía Llamarada Verde.

 

 

 

Primer fruto

 

hoy es un día festivo

 

el limonero que me acompaña

desde hace cuatro años

amaneció

con su primera flor

 

albricias

 

la primavera ha llegado a casa

con aroma de azahares

la tierra me parece más hermosa

todos los ríos del mundo convergen

en este instante

todo lo que ha existido florece ahora ante mis ojos

la casa se ha llenado de pronto de un espíritu nuevo

la casa canta

desde esta aurora

 

y yo

que sé que el mundo está lleno de flores

también canto

porque ahora me parece

que ninguna es más hermosa

ni más fragante

porque todas las flores que he visto

ya existían antes de que yo las viera

y ésta, en cambio,

ha surgido desde la nada

desde la mudez de una rama

que observé año tras año

 

      tuyos son todas las flores y frutos

      tuya la emoción en mi sangre

      en todas las primeras veces

      y la semilla que como un suspiro

      se derrama en tierra

      a recomenzar el viaje

 

así como en un mundo lleno de palabras

ha nacido una en el seno del silencio

en mi casa en mi pecho

por ese breve instante

de pétalos que se abren a la luz

 

es esa para mí

la palabra más hermosa del mundo

 

es tuya, te la entrego       

                    guárdala

como guardas en ti

el silencio

que fecunda las palabras. 

 

 

Árbol de fuego

 

 

Como una hoguera

se eleva el flamboyán

en el centro de la plaza

 

el fuego lento

asciende sus flamas

tiembla

en el verdor del follaje

abre sus flores al cielo

 

arde

 

carnífice

la tarde combustiona

destellos anaranjados

que contrastan

con el gris de las losetas

las brasas del pavimento

incineran los pasos

derriten los ánimos

 

las llamas del flamboyán

      danzan

 

con viento norte

el estupor densifica el aire

la tarde se espesa   se estanca

y un calor húmedo y poroso

abre las pieles de los animales

el flamboyán es un fénix

sus alas extendidas

abarcan todo el cuerpo de la plaza

las plumas de sus pétalos se esparcen

caen como pavesas

en cada aleteo

en cada exhalación crece

el fulgor del ave

 

sé que de él viene el calor

que incinera esta tarde

al observarlo

algo en mí también se enciende

llamaradas de hielo

lenguas de fuego

se alzan sobre mis ramas

 

es noviembre

y es el fin de la inercia:

 

el flamboyán

flamante

flameante

flamígero

ha iniciado el verano. 

 

 

 

 

El vuelo de los fresnos

 

Los fresnos cuando vuelan eligen ser semilla

despliegan a sus costados finas plumas

alas traslúcidas, naves efímeras

que se lanzan en espirales al vacío.

 

Los fresnos cuando vuelan elevan blancas velas

planean entre las trémulas ramas de otros fresnos

buscando en el paisaje una señal de permanencia

el espacio luminoso en que su sueño germine.

 

Cuando deciden volar, los fresnos, visitan sus raíces

beben de la humedad de la tierra el impulso

para el gran salto final, para el inicio

de su nueva travesía más allá del infinito.

 

Algunos viajan apenas a unos metros

y en cuanto caen se clavan presurosos en el suelo

satisfechos por la proximidad del linaje

estallan de alegría en blancos pétalos.   

 

Otros viajan de forma indefinida

perdidos en la batalla de los vientos

tan lejos que no renuncian nunca

al deleite de ser siempre semilla.

 

Lo cierto es que ya casi

nadie cultiva fresnos

se sabe que los fresnos

se cultivan a sí mismos.

 

Un poco de luz y lluvia bastan

un suelo firme

para desplegar entre sus flancos

su promesa de futuro.

 

Quizás los fresnos no lo sepan

pero poseen una fuerza

latente, contenida

en un espacio diminuto.

 

Todo el poder de un bosque

condensado en la semilla

la intensidad del sol

en cada brote.

 

Años después quizás los fresnos

verán volar veleros desde sus latitudes

recordarán el primer salto

evocarán su semejanza con las nubes.

 

Son indistintos los frutos de los fresnos

intacta fresnitud ser bosque o ser semilla

lo único vital es que los fresnos

recuerdan, ejecutan y replican

la técnica de vuelo de los fresnos.

 

 

Nacer

 

Nacer es un acto de fe

      muda semilla viajando hacia el alba

      destello verde que eleva los brazos

      pálidos pies horadando la tierra

      húmedo brote presagio de árbol

 

nacer es un acto

silencioso

de fe.

 

 

Instrucciones para el avistamiento de ciertas aves

 

 

Si ves a un colibrí

quédate quieto

 

no dudes del milagro

que ante tus ojos

acontece

no intentes comprender

lo incomprensible

no cambies tu asombro

en pensamientos

acerca del asombro

no intentes explicar

lo inexplicable

no intentes escribirlo

o describirlo

no intentes abarcar

lo inabarcable

no quieras capturar

la velocidad del vuelo

en una imagen

ni en la pantalla

de la memoria siquiera

no es posible

 

el menor movimiento

haría que se fuera

y te quedaras preguntando

si eres real

o el colibrí te sueña

 

por eso sólo

permanece inmóvil

y en silencio

contener la respiración

puede ayudarte

permanece en ti

y recibe

la presencia del colibrí

en tu presencia

 

la medicina

que sus plumas

tienen para darte

la iridiscencia

de esa silueta

intensa

fugaz

 

y sobre todo

no busques con la vista

el siguiente colibrí

podrías perderte

el sobrevuelo

de los tucanes

o pasar por alto

el encanto

de las guacamayas.

 

 

 

Bodas de hiedra

 

Un día como hoy

me casé conmigo

 

no es un decir

no

 

yo me casé

en el rigor de los rituales

y el ceremonial de las bodas

 

me vestí de blanco

porque blanco

es el claro de luna

la niebla

la cal

 

organza bordada

de amplia campana

hombros descubiertos

descalza

 

corona de flores

sobre la cabeza

crisantemos, lirios

rosas y lavanda

 

caminé despacio

entre velas votivas

y voces cantando

la marcha de Wagner

 

fija la mirada

en mi propia mirada

al espejo dije:

 

juro serme fiel

ahora y siempre

honrarme y amarme

 

en mi luz

y oscuridad

en la quietud

y el caos

en lo incierto

y lo inequívoco

en lo evidente

y lo que no

en el misterio

y claridad

en lo efímero

e inmutable

que he sido

que seré

que soy

 

si alguien aquí se opone

puede desandar sus pasos

 

un anillo de cuarzo

selló en mi mano

esta promesa

 

la noche fue fiesta

brindé con vino espumante

bailé en el jardín

hasta que el sol otorgara

nueva vida a las sombras

y abriera los botones

del jazmín estrellado

 

De miel y de nácar

son todas mis lunas.

de ámbar y azahares

todas mis mañanas.

 

 

 

 

Quién ha arado los campos de nubes

 

Hoy

como todas las mañanas

he despertado

en la cama de pino blanco

que un artesano tallara

en el patio central

de una antigua casa

 

sobre mi mesa el pan

que miradas no vistas

amasaron

y el café que rezuma

un olor de montañas

de la piel

de los brazos

que recogieron la aurora

en la hilera de los valles

 

y los frutos que el sol

en la espalda un hombre

hizo emerger de los campos

y las manos semilla

que mujeres sagradas

transformaron en savia

 

qué desvelo ha cosido

el vestido que me viste

qué silueta ha bordado

el calzado que me calza

 

qué gestos han armado

en qué ciudades

las huellas de las ruedas

qué pasos construyeron

estas calles

 

alguien ha dado

en parte su vida

ahora disfruto

la tesitura de una voz

colmando los portales

 

alguien

ha empeñado sus años

para imprimir el albor

en los trazos del campo

que amanece esta sala

 

qué misterio ha forjado

el esplendor de este lujo

 

miro el cielo

 

¿quién ha arado

los campos de nubes?

 

¿quién ha puesto luz

en la ventana?

 

¿quién ha pintado

de aromas la tarde?

 

y cómo

 

¿cómo podré retribuir

tanto milagro?

 

 

 

La medida de mi cuerpo

 

 

Habito la medida de mi cuerpo

cuando bailo este horizonte crece

con cada acorde se expande

con cada golpe de tambor se acerca

a la proporción misma de la tierra.

 

Cuando bailo adquiero

la virtud silenciosa de las aves

que vuelan sin saber que vuelan

así bailo sin saber que bailo

 

mi cuerpo ignora el sentido

de las palabras y las ideas

es sólo un cuerpo

una medida de agua y arena

entremezclado por el movimiento

un puñado de sal y greda

que responde al vibrato

de cuanto lo rodea.

 

Habito la medida de mi cuerpo

cuando sueño este horizonte abarca

las dimensiones del universo

soy sin estar, estoy sin ser

viajo en la superficie del espacio y el tiempo

 

basta un deseo para ser

una doncella de la isla de Lesbos

o un anciano en el Valle de la Muerte;

cuando sueño realmente

aquí y allá no difieren

el pasado y el futuro

coexisten en el presente y

en ninguna parte estoy

y en todo permanezco.

 

Habito la medida de mi cuerpo

 

cuando amo

el horizonte desaparece.

 

 

 

Vacío

 

Tememos al vacío

porque desconocemos su materia.

 

El vacío

el que nos contaron

el que imaginamos

 

no existe.

 

Muchas veces salté

y en el minuto final

una mano frenó mi caída

 

era mi mano.

 

Muchas veces permanecí

algo me detenía

aferrada al camino

 

eran mis pasos.

 

No hay antagonismo

entre salto y permanencia

así como el vacío no se opone a lo pleno.

 

El vacío es sólo la sustancia

de la que estamos hechos.

 

Quien teme al vacío

se teme

 

a sí mismo.

 

 

 

Desnuda

 

Bajo la noche abierta

arropada tan sólo

por el rumor de las cigarras

observo la perfecta alineación

de Saturno con mi frente

 

a su lado

Orión no es cazador

sino un sufí que danza

y las Perseidas

una bolsa de diamantes

arrojada al vacío

en pleno vuelo.

 

Orión sabe:

nada es más precioso que su danza

por eso ha renunciado

a los diamantes

y sigue

girando con el universo.

 

A mil quinientos años

luz lo que de mí

ven las estrellas

ya es pasado.

 

Si por una milésima de segundo

Orión se detuviera para verme

lo que vería de mí

sería la muerte

que he sido

hace milenios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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