
Ronald Cano
A continuación, presentamos una selección de poemas de Ronald Cano (Medellín, Colombia, 10 de enero de 1983). Recibió un premio de cultura Ciudad de Itagüí en 2007, y el Segundo Premio de Poesía Joven, organizado por El Festival Internacional de Poesía de Medellín, con su ópera prima El Animalista (2013). Aparece en la Antología de Poesía Colombiana y Peruana En Tierras del Cóndor, y en la Antología de Poesía Colombiana del Siglo XX (2017), publicada por la editorial francesa L’Oreille du Loup. Publica su segundo libro de poemas Cartografía Universal el mismo año.
Sus poemas han sido traducidos al francés por Stephane Chaumet y Solenne Lallia. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía de Medellín (2012, 2015, 2025), Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango (2017, 2021), Festival de poesía de Val de Marne de París (2019), Festival Belles Latinas de Lyon (2019), y Festival de poesía -Midiminuitpoésie- de Nantes (2019). En 2020 compartió su obra en el Festival Internacional de Poesía Contemporánea de San Cristóbal de las Casas, México, y en 2022 en el XVI Festival Mundial de Poesía de Venezuela.
Algunos de sus artículos y poemas aparecen en publicaciones de literatura y cultura contemporánea tales como: Periódico de la Universidad Autónoma Latinoamericana, Periódico Generación de El Colombiano, Revista de Arte y Poesía Prometeo, Revista Internacional de Teatro y Literatura Alhucema de Albolote, España. Y en la Segunda Antología de Poesía de Metáfora Editores, Ciudad de Guatemala, 2017, entre otros medios como la Galería Literaria La Mosca Luminosa, hoy Versotopía.
Ha sido bibliotecario, promotor de lectura y gestor cultural. En la actualidad se dedica al trabajo sociológico, a la cátedra universitaria en el Tecnológico de Artes Débora Arango, y a terminar su maestría en Educación y Desarrollo Humano en la Universidad de Manizales – CINDE.
Lidera un taller de escritura creativa y un Club de lectura en la Universidad Luís Amigó de Medellín, y coordina el Proyecto Gulliver: Talleres de formación poética para niños, niñas y adolescentes en las comunas de Medellín, el cual se desarrolla hace 20 años como estrategia pedagógica del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Prepara su siguiente libro.
Capricornio
Nací el día que me soplaron los ojos,
desde entonces, dejé de mirar al universo,
caminé por los días, los palíndromos y anagramas.
Escribí varias cartas quejándome por adelantado,
tomé fotografías para no olvidar mis reclamos,
— Olvidar, es un verbo que se conjuga
con las personas que habitan la soledad.
Levanté una ciudad para gobernar sobre las bestias,
acudí al deprecio para sentirme superior
y guardé silencio en soberana indiferencia.
Un día saqué mi voz para conjurar la guerra,
pero la guerra no llegó,
tan sólo el graznido de los cuervos
anunciando la venganza del paraíso.
Camaleón con sombrero
Saudade en A Brasileira
Cabizbajo, olvidado por la velocidad de los tiempos,
gravitaba en su oquedad como si lo halaran los astros.
Nunca planeó viajar a Marte, pero su imaginación
anónima pastoreaba ovejas galácticas sobre su oleaje.
Los transeúntes a su alrededor ignoraban la ubicuidad
en su apariencia estática.
De tanto surgir en las cosas quedó confinado al retrato,
y a la caca de las palomas.
Todo él, era una errata sin fe, un recuerdo vano,
“un drama en gente”, un camaleón sin fortuna.
Hastiado de la intemperie y la monogamia, del tráfico
y la saudade, Pessoa soltó las agujetas de sus zapatos,
mudó la piel de su rutina, se levantó de su sueño
eterno, y se estiró fuera de sí en busca de otros cuerpos.
Cuerpoespín
Su sombra se erizó a lo largo del adoquín,
venía de correr sobre campos minados.
Se desplomó como hoja seca hasta el burdel
buscando exceso, extremo vértigo y fraude carnal.
Flechó a un albatros
en cautiverio.
Su naturaleza, rellena de algodón y de pedernal
sufrió una combustión espontánea.
Se sacó la ropa, escondió la argolla,
clavó sus espinas.
Murciélago en la mirada
Sus tentáculos treparon la superficie del vacío.
Con un horrible chillido se abalanzó como
una tormenta sobre el escenario.
Cayó.
Abrió sus alas
sacó sus garras, se pintó los labios,
se arrancó la mortaja de su cuerpo.
Su aleteo anunció la derrota de la
palpitación verdadera.
Como buen mensajero del remordimiento,
ofreció la leche vinagre de sus senos
a los maridos prófugos.
Pilluelo
Nadie lo echó de menos cuando cayó del árbol,
permaneció sobre el suelo, inmóvil
como un retazo de vuelo ignorado por el cielo.
Sus patas se partieron intentando descifrar el salto.
El viento se quedó sin plumas.
Subterráneo y depredador
dejó de padecer a su especie.
Emborrachó su infancia bajo la luz roja
de las cavernas
y aturdido por el desamparo
le pidió a la virgen María un puñal.
Ahora colecciona pieles perforadas
y sus amigas son las serpientes.
Hermano
Me negué a comer el pan, a repartir consuelo.
Me adjudiqué los principios rectores
de la gravitación y de la caída,
floté sobre la hierba para evitar los gusanos
me convertí en campo de batalla y en abrazo.
Sobre mí sangraron todas las revoluciones.
Eché un vistazo por la oquedad de mi pistola
encontré un caleidoscopio en el hermetismo del día.
Figuré en el tiempo como la palabra que se olvida,
me volví gesto y adicto a las religiones.
Entendí que la devoción y los crucigramas
son lo mismo.
Ayuné con los reclamos de la gente,
me senté en la roca donde todos se sentaron,
preferí no abrir la puerta, hacerme el loco,
me entregué a las limosnas y a las limosinas.
Dejé de tropezarme con la lengua
para retornar al poema.
Limosnas
“Nada importa. Hace mucho que lo sé.
Así que no merece la pena hacer nada.
Eso acabo de descubrirlo.”
Jane Teller
Si la señora Teller no existiera, si la señora Teller
estuviera rellena de algodón.
Si el señor Teller no hubiera comprado una casa
y no le hubiera dado tres hijos.
Si ella en cambio le hubiera servido en la mesa
de los Teller un plato con veneno.
Si John, Maicol, y Kevin Teller no hubieran
asesinado con su cauchera
al pájaro que cantaba sobre el buzón
de los Teller, una mañana de verano.
Si no hubieran encontrado aquel sobre
para el señor y la señora Teller.
Si todos se hubieran enterado que sus vidas
serían desalojadas.
Si la familia Teller fuera aquella junto al semáforo.
Año del Buey
A mi padre
La santa cruz sobre su frente lo redime de la jornada.
Se acuesta magullado por la máquina,
su cuerpo levita en el sueño.
Cuando duerme no le interesa el tiempo,
le da igual si un rayo parte un árbol
o si rebota contra el cielo.
Despierto
los días le saben a estiércol seco, brama.
los hombres no le asustan, brama.
Con una corneada podría matar a su jefe, brama.
Se persigna todas las noches
para no hacerlo.
Ateo
Expulsó a Dios del paraíso,
escribió su santo nombre en vano
(en letra minúscula para ser exacto).
Ahora corre en persecución de la muerte
imaginando que alguien lo persigue.
Pero no corre, está sonámbulo.
Lovecats
Las puertas partidas, igual las ventanas,
los casquillos de plomo pululando sobre la carroña,
las maquinas desvencijadas volviendo a la tierra,
la torre derruida con el peso de la última campanada,
el cementerio brillando a lo lejos como un altar
erigido a la discordia,
un fantasma recogiendo el silencio,
las moscas aplaudiendo la derrota.
La plaza entera es un socavón para las ratas.
—En baldíos como estos,
sólo hacen el amor los gatos—.
Promesa a Brigitte Bardot
Cuando el comunismo acabe,
te compraré un elefante rojo.
Lujoso como los del circo.
Montaremos juntos.
Colgaremos nuestra ropa sobre su trompa
y tú te colgarás sobre la mía.
Si este cataclismo acaba...
Te juro, por la tumba de Lenin y de Mao,
por la boina del Che, por la sudadera
del comandante Chávez,
¡y por las barbas de Fidel!
Que nuestro paquidermo será tan fuerte
como un pueblo libre.
Pero libre de verdad.
Nada que ver con los animalitos domésticos
que en otros tiempos también he prometido
a otras mujeres.