Revista Latinoamericana de Poesía

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Nikolay Rodríguez



Nikolay Rodríguez

 

Compartimos una selección de poemas del libro El Fuego que somos del poeta bogotano Nikolay Rodríguez.

 

 

El fuego que somos

 

Un hombre y otro hombre se enamoran

bajo un techo sin luz y sin estrellas.

Virgilio López Lemus

 

En las noches

cuando la vida se sienta más pesada

bastará recordar aquella tarde

donde dos iguales se amaron.

 

Estamos condenados

a fingir ser extraños

cuando las miradas se cruzan en los pasillos.

 

A tener miedo

a no poder gritar,

el fuego que somos.

 

 

 

Cosas de casa

 

En casa solo se hablaba

de que los hombres podían amar a las mujeres

y las mujeres a los hombres.

¿Y qué podía hacer yo entonces?

Si en los pasillos del colegio

sólo rondaba ese aroma a sudor

que queda luego de un partido de fútbol

y el ruido de una estampida de hombres

dándose golpes a la hora del descanso

para demostrar quién era el más fuerte.

 

¿Qué podía hacer yo?

Si nunca me gustó correr tras un balón.

 

Prefería contemplar

las piernas velludas y gruesas

que las pantalonetas del uniforme

dejaban admirar.

 

Mi voz era gruesa

pero mi voluntad muy delgada

debía sentirme

“macho” entre “machos”.

 

La hombría no se mide

por cuántas mujeres besas

o haces tus novias,

para presentar en fiestas familiares.

 

La verdadera hombría es mostrarte sereno

frente al temblor que surge

cuando estás cerca a otro igual a ti

y su rudeza despierta tu libido.

 

Hombría es saber contenerte para no decir:

“hola mi vida”

y conformarte con un:

“hola parce”

o decirle marica al que se arriesga,

cuando el marica eres tú

mostrarte tan heteronormativo

en un entorno tan homoafectivo.

 

Hombría

fue permanecer erguido

frente a la inquisición de un padre

que miraba a su hijo macho

mientras él miraba a los machos,

como sus hombres.

 

Esos que se acarician

se besan

se sienten

los que hablan de amor,

ese mismo amor que guarda el libro sacro

que se enseña en casa.

 

¿Qué sentido tiene que una energía llamada

masculina, te ame por haberte creado, y tú no

puedas amar su creación?

 

 

 

Una materia sin libro de texto

 

Disfrutaba tanto

acercarme al chico del lápiz de goma

sentado a dos pupitres delante del mío,

el de sonrisa perfecta

y mejillas estrelladas.

 

Estrechar su mano en el saludo,

era como palpar su cuerpo entero.

Como si pudiera ver la desnudez de Dios

tan innombrable

desconocida,

pero necesaria.

 

Yo solo quería atrapar un poco de su aroma

una mezcla entre sudor,

perfume y bon bon bum de fresa.

 

Que memorables y angustiosos momentos,

en los que tuve que callar.

 

Con un poco más de valentía

habría ganado un beso,

o un golpe.

De cualquier modo

si venía de él,

era ganarse un diez

en la materia del amor.

Esa que no enseña la escuela

pero que cursamos en la vida.

 

 

 

Suelo no salir bien librado de algunas cosas

 

Un día entendí que el tiempo,

marca a favor de otros.

 

Que por más que quiera llevarle la contraria,

me agarra de repente en una esquina

implacable

tierno en su dureza

me acoge indulgente

me separa del camino

me retira de horas, minutos y segundos,

y me lleva a leer otros relojes.

 

Qué difícil aprender

a leer otro minutero.

 

 

 

Nikolay Rodríguez (Bogotá, 1993). Estudiante de Creación Literaria de la Universidad Central y de la Escuela de Literatura de Funza; cursó los talleres locales de Escrituras Creativas del año 2018 – 2019 en Bogotá dictados por Idartes y Promoción de Lectura en Fundalectura. Textos suyos han sido publicados en Veinte Voces Emergentes en 2023 (antología de poesía) y en Cartografías del silencio 2022 (antología de poesía de la Escuela de Literatura de Funza). Es cofundador del colectivo literario Quimera Azul.



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