Revista Latinoemerica de Poesía

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“El poeta es una especie de espacio limítrofe entre el agua y lo terrestre”: Samir Delgado



 

 Entrevista por Annabell Manjarrés Freyle*

 

Hay tres obsesiones en la vocación poética de Samir Delgado: el paisaje, el turismo y la pintura. Nacido en la ciudad de Maspalomas de las islas Canarias, Samir, Delgado fue invitado al 26 Festival Internacional de Poesía de Medellín, celebrado entre 18 a 25 de junio de 2016.

Samir Delgado es Licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna. Proyecta una energía bienhechora que ha sabido canalizar: es activista político y ambiental, escribe artículos periodísticos en medios impresos y digitales, se desempeña como locutor, y ha publicado siete libros, entre ellos: De Guajara a Tafira. Travesías del movimiento estudiantil canario (2005),Poema global de la ciudad turística(2007),Una casa mal amueblada(2010),  y Banana Split(2011). Además, esel Coordinador del Encuentro Internacional de Literatura 3 Orillas, de las Islas Canarias.

Como filósofo, Samir Delgado ha dedicado tiempo y páginas a pensar el turismo y sus efectos en la cultura de la isla y en la psiquis del individuo insular. Aunque esta condición de la existencia implica para el poeta canario una especie de perturbación, como poeta sabe que “estar en la periferia es un beneficio porque ofrece posibilidades creativas inéditas”.

 

 

¿Qué es para ti escribir poesía?

La escritura es una forma esencial de confidencia en un mundo sometido por el imperio de la super comunicación. La poesía sería un retorno a las vías alternativas de conocimiento, por eso la sensación de espectador que puede quedar de la lectura de muchos de los poemas viene de la mano de la búsqueda de una relación auténtica con el mundo. Considero que la pantalla, la recreación bruta de la publicidad en la vida cotidiana de los seres humanos está dificultando que existan unos parámetros mínimos de humanidad en lugares tan esenciales como las escuelas, los sitios de trabajo y los propios hogares. Por eso, la literatura es una ejercicio radical de ciudadanía de la condición humana, que es gramatical, lingüística, y fonética. Pienso además que escribir en español tiene un plus de enriquecimiento en el sentido que la lengua de Cervantes también la fue de Martí. El español se habla de muchas formas, de ahí que la reivindicación permanente de mi pertenencia al imaginario de las islas Canarias sea una especie de válvula de resistencia para consolidar las necesidades de identidad en un mundo desarraigado como el de la globalización.

 

 

En cuanto a identidad ¿de qué carece las Canarias y qué es lo que es más exaltas de ellas en tu poesía?

La identidad nunca está fija, dado que un lugar como las islas sea infinitamente visitado y esté abierto a la riqueza permanente de otras existencias. Nunca la identidad será una carencia, siempre será una añadidura. Hay una referencia muy interesante del Nobel Derek Walkott que dice que los caribeños no tienen por qué sentir la pérdida del edén del hombre blanco, pues han surgido unas identidades mestizas vigorosas, productode un proceso de intercambio absoluto después de la conquista de América. Para él el futuro es el paraíso, no el pasado.  Es decir, en lugares que son islas, los horizontes pueden ser tanto una prisión como una puerta de libertad y considero que cuando los centros han sido los que han irradiado el poder, estar en la periferia es un beneficio porque ofrece posibilidades creativas inéditas; se trata de crear en medio del desierto, rodeado de agua y arena como sucede en islas Canarias; es una oportunidad de retomar la idea de lo sagrado, de los procesos fundacionales del verbo.

Y no son pocos los poetas de las islas que a través de su obra literaria han establecido un diálogo con los visitantes en calidad de anfitriones, también han sido los propios habitantes de las islas los visitantes de otras culturas, a través del arte y la literatura. En ese sentido, la condición de espectador, algo así como una especie de flâneur insular que observa en medio de la multitud que observa al planeta entero, da la posibilidad de acercarse más a lo verdadero porque nuestra sensación de soledad se aproxima mucho a la propia condición huérfana del ser humano en el cosmos. Como decía Lezama Lima, la universalidad está en el sentido de lo insular, en los jardines invisibles, en la noche de la isla.

 

¿En qué te pareces a las islas Canarias?

Hay una historia de la literatura de Canarias que dice que hay muchas características que forman parte de la poesía: la sensación de aislamiento, las ganas de sensación y libertad, el sentimiento del mar, el hielo íntimo, y pienso que el sujeto creador establece una vinculación con su paisaje, es decir, en las islas hay tanta playa como bosques, tanto acantilados como dunas. Y puede ser una metáfora de la existencia, los edenes encontrados, las infancias perdidas, los futuros anhelados; entonces todo proceso de escritura trae consigo una comunión con el exterior. Es por esto que, uno de los tesoros más preciados en mi equipaje rumbo al Festival de Poesía de Medellín haya sido una piedra volcánica; para mí es como traer uno mismo su corazón entre las manos para brindárselo a los demás poetas amigos y a los ciudadanos de Medellín.

Incluso, puedo decir que esta piedra volcánica, este trozo de malpaís de las islas lo utilicé en las lecturas para que los paisas pudieran tener entre las manos miles de años de vida volcánica y sentir la desmesura, el exceso y la abrumadora inclinación del tiempo geológico que es muy intenso y se parece mucho a las expectativas que se crea entorno a lo real maravilloso. Tener entre manos una piedra originaria es como decía Gabriel García Márquez en Cien años de soledad: “cuando las cosas no tenían nombre, para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. Y por eso la identidad entre la poesía, el escritor y su paisaje es una cuestión de metabolismo necesario.

 

Esa semejanza que tienes con lasCanarias es la del poeta haciendo parte de un paisaje insular...

Sí, pero con respecto a lo que acabas de mencionar, también es verdad que el ejercicio de la poesía es la búsqueda de la esencia de lo insular, que tiene consigo la aspiración del tacto de lo bello. Para el poeta existen los peligros de sentirse extranjero porque la convención social, que es desarraigada, alienante y consumista, no compagina con la del poeta que se ve a sí mismo como una isla en su relación contemplativa.

El ejercicio de la escritura puede hacer ver a la familia y al entorno de amistades como una entidad extraña, porque la vocación permanente de conocimiento creativo hace llevar la vida por vericuetos poco transitados por el mercado del intercambio humano. La vocación en el mundo de los amigos, en el mundo de la familia, e incluso en el mundo del amor, conlleva cierto sacrificio y el ejercicio de la poesía, como una aspiración de realización individual y colectiva, hace posible también que se llevan ciertos rituales de cuestionamientos permanentes acerca del orden de la vida.

 

¿Dónde se ubica el poeta en el mundo?

El poeta es un buscador de esencia, un profanador de tumbas; es, utilizando un oficio de las islas, un cabuquero. Un cabuquero es aquel que explosionaba la tierra para hacer que el agua llegara a los ciudadanos. El agua, esencia de la vida, cristalina condición del hálito vital necesita un sacrificio. Un ejemplo, la idea de la copa de agua, del vaso de luz, está dentro de algunas obras de poesía y de arte en Canarias.

El poeta es una especie de espacio limítrofe entre el agua y lo terrestre; y su condición anfibia implica la profundización en el mundo de lo etéreo, de lo inmaterial, de lo imaginario. Pero su radicación en la materia, en el lado de la costa también significa un juego con la lengua, con el verbo, con la sonoridad, con ese lado empírico, táctil, sonoro del ejercicio de la poesía. Y a fin de cuentas pienso que en un mundo caracterizado por el individualismo, la falta de solidaridad, el salvajismo hacia los animales, hacia a los entornos medioambientales producto de una civilización enferma, la poesía es el lado sagrado de la escritura, en el sentido del poder que significa crear nuevos mundos, lejos de toda transcendencia divina. A  mi me gusta la idea del paraíso en la tierra porque implica un ímpetu revolucionario en el cual dedicarse a la poesía significa el arraigo del don y la búsqueda permanente del hallazgo.

 

¿Te incomoda el turismo?

La historia de la humanidad ha sido la historia del turismo. Como dice Santiago Algarrido, los peligros de la mirada del turismo están en que puede ser devorador tanto de una catedral como de una manzana. El proceso de la civilización ha convertido al  turista contemporáneo en un autentico neocaníbal, un ser desarraigado consumidor de ensueños que adquiere recuerdos y que permanece en el lugar de forma temporal. El turista, por lo tanto, nunca será el mismo que salió del aeropuerto de origen.

Hay una relación entre el turista y el paisaje, ya que el turista es el otro que mira, y yo entiendo que ese otro que mira soy yo. Intento establecer una reconciliación con el otro que pasa para que vea lo que yo veo y que entre los dos se establezca un diálogo para permanecer en un mismo paisaje. El turismo ha significado también una exploración simbólica del entorno a través del cual se pretende sacar rendimiento acumulativo, dinerario, estético e institucional.

 

Tus poemas retratan el archipiélago y es innegable que al hacerlo exista un compromiso político y social, ¿estoy en lo cierto?

Hay lago de ecología en el verbo y de compromiso político. La ecología del verbo es una condición auroral con el paisaje, una especie de hipnosis aproximativa al tiempo de la luz, hay un desencuentro con el lago controlador del entorno. De ahí que en algunos de mis poemas establezca un diario del entorno y los paisajes, aunque también es verdad que huyendo de los excesos de cualquier panfletarismo al uso, uno de los espacios en el que más cómodo me encuentro es en la escritura sobre pintura. Intento construir poemas en función de cuadros de artistas de todos los tiempos, considerando que la pintura es la única realidad en el sentido de que el objeto artístico es una expresión socio natural devenida en el tiempo que integra el testimonio del creador y del tiempo de la obra.

Hay un lado sagrado en el cuadro heredado y por eso la relación con la pintura es una relación de desnudez absoluta, de acelerador de partículas de los sentidos y de igual modo que, en el arte sacro se intentaba trasladar al común de los mortales la verdad de los episodios bíblicos, el arte moderno y contemporáneo trae consigo un conjunto de revelaciones transcendentes sobre el acontecer de la vida en el mundo de hoy. Escribir sobre pintura es algo que me resulta liberador.

 

Al llegar a Medellín no dudaste en ingresar al Museo Botero y prestar libros de artistas plásticos en la biblioteca. ¿Qué representa para ti la obra de Fernando Botero?

De Botero he disfrutado el barroquismo cromático de sus personajes, la desmesura carnal de unos habitantes del lienzo que son tentadores, que parecen venir de vuelta de un viaje muy largo en la vida y que reflejan también la belleza de la espontaneidad de la meta urbe colombiana. Hay un salvajismo encantador en esta obra, una sofisticación de la mirada de super abundancia lumínica de Colombia y de ahí que entienda que la obra de Botero venga a ser una traslación de la cultura del imaginario paisa.

 

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* ANNABELL MANJARRÉS FREYLE -  Comunicadora Social y Periodista egresada de la Universidad Sergio Arboleda seccional Santa Marta.  Se ha desempeñado como gestora cultural y Jefe de Prensa en varias instituciones. Actualmente, es reportera de la sección cultural del periódico Hoy Diario del Magdalena y coordinadora periodística de la revista dominical Macondo. También dicta talleres de Escritura Creativa. Posee dos poemarios inéditos ‘El Espejo Lunar Blanco’ y ´Óleo de una Mujer acosada por el tiempo’. Este último trabajo fue merecedor del primer lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Joven 2013 de la Gobernación del Magdalena. En el mismo concurso, su cuento: ‘La Calle de las Guacamayas’, ocupó el segundo lugar.



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