Revista Latinoemerica de Poesía

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Poemas a Georg Trakl



En el centenario de la muerte del poeta expresionista Georg Trakl (1887 – 1914), presentamos una selección de poemas escritos por poetas colombianos en homenaje a su obra. El aporte del autor de “Sebastián en sueño” a la literatura universal es invaluable.

 
 
 

Juan Manuel Roca

 (Medellín . 1946) 
 

LA FARMACIA DEL ÁNGEL *
 
Se iba por un sueño. En silencio, descalzos pies, pasos de musgo, recorría parajes blancos cubiertos por el fino talco de los muertos.

De regreso del sueño, qué premonitorio el nombre del lugar donde se encuentra: La Farmacia del Angel, la farmacia en la que un hombre solitario-desalado, negro ángel de luz- fue aprendiz de largos viajes.

Rumor de bosques, rumor de aguas se adherían como escarcha a su silencio.

De La farmacia del ángel (1995)
* Farmacia donde Georg Trakl se habituó al cloroformo.

 
 

GEORG TRAKL
 
La hermana tempestuosa que pasea
Por habitaciones de espejos desnudos
Torna al poema de un viaje por aldeas devastadas.
Borneo no es bueno para un farmaceuta
Que huye de la guerra.
Tampoco es bueno dormir escuchando voces blancas
Que invitan a la muerte
Mientras en el bosque de palabras
Venados o caballos pastan o sangran
Como rojas uvas en la comisura de los labios.
Todavía es tiempo de preguntar
Cuando llegue la luz quiénes seguirán guardando
Las verdades en camisa de fuerza.
Pero hombres tan vivos que espantan
Renacen de tu voz a la hora en que lentos ancianos
Tantean paredes blancas
A las puertas de la ciudad desollada.

De Luna de ciegos (1975)

 
 

TESTAMENTO DE GEORG TRAKL
 
Antaño
Abandoné las caricias
En el lomo de un caballo,
En cuya piel lustrosa
La hermana recibía
Lejanas noticias de mis manos.
Hoy
Trazo el sendero
De las agujas,
Mi voz crepuscular,
Las huellas del ángel
De alas remendadas,
Paisajes enfermos donde busco
El albergue del sueño.

De Testamentos (2010)

 
 
 

William Ospina

(Pauda, Tolima - 1954)

 
 

OYENDO GEMIDOS DISTANTES EL ENFERMO SE INYECTA
 
Allá va la luna recorriendo mudos cielos de angustia
y parecen de oro las ciudades bajo esta lluvia cruel
de saber y de fuego,
tiemblan y se destrozan los instantes, los árboles de vidrio
bajo el canto del mirlo,
y oigo a la nube estremecida escondiéndose bajo las barcas.
Porque aquí hasta la llama siente culpa,
siente que la pervierten nuestras manos,
y quisieran mirar hacia otro mundo las estrellas cansadas
de esta obsesión de heridas,
y ruedan lentas lágrimas de los ojos de bronce
entre el bosque que sufre y el cielo mutilado
y el online casino agua atravesada de cuchillos.
Ojos de horror abriéndose en las zarsas,
la flor ha enloquecido, el día se alza en plagas
y el enfermo horizonte odia su cielo.
Los espejos azules expulsan a la hermana
y sólo queda una redoma fatídica
en este rojo caos de hospitales concéntricos
de sangre y sangre y gritos sobre gritos,
un infinito anhelo de ignorancia y de olvido.

Y el beso de la muerte en los tulipanes amargos
que ascienden de la savia de las trincheras.

De ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? (1995)

 
 
 

Orietta Lozano

(Cali - 1956)

 
 

INTERIOR
 
Georg Trakl

Tu hermana llora
mientras recorre los dorados bosques
y su sombra se ahoga
en la orilla de los ríos.
El rojo crepúsculo ilumina una alondra
que vaga indefinidamente,
y en la noche como un acto luminoso
y necesario
se enciende una luciérnaga.
El cuerpo se alza liviano
ningún sentimiento lo detiene,
y en un cuarto con olor a Dios y anfetamina
un muchacho sostiene
en su espalda el universo
y muy despacio cierra la ventana.
El viento configura mitos
y la felicidad se acuesta moribunda.
Nadie parpadea…
¡como si fuera tan fácil escaparse!

De El vampiro esperado (1987)

 
 
 

Celedonio Orjuela Duarte

(Líbano, Tolima - 1956)

 
 

A GEORGE TRAKL
 

Huérfanas pupilas vagan en un inmenso
feretro que flota

Nacer es una máscara
en colores que se pudren

Elis Helian Sesbatián
demiurgos de lo que fluye y se desvanece

No nacidos fulguran dispersos en un lienzo de colores
ajado de impurezas

Monjes insulsos
en lugares de salzburgo
en la alfombra roja de hojas otoñales

De Por el portón salen los ausentes (2010)

 
 
 

Ela Cuavas

(Montería, Córdoba - 1977)

 
 

GEORG TRAKL
 

Soy puntual y perfeccionista en mi trabajo,
es una forma de gobernar mis miedos;
si pudiera vivir solo para el arte
esta ciudad no sería una condena
y mi alma dejaría de ser un girasol ensangrentado
pudriéndose en la mitad del bosque.
Quiero la palabra que me condene o me salve.
Oficiar cada noche como un monje invisible.
Ordenar el mundo en un poema.
Hacer de los gusanos sagrado alimento.
Pero la vida es dura y mi voluntad no me pertenece ya,
tengo un amor culpable de estirpe maldita,
pero sagrado como el viento bajo los robles.
Mi garganta está llena de sangre
y solo busco la oscuridad de las tabernas;
el vino amargo para apaciguar los sedientos caballos del alma.

De Músicas lejanas (2014)

 
 
 

Abelardo Leal

(Bucaramanga, 1982)

 
 

GEORK TRAKL ANTE EL ESPEJO
 
La noche cae lenta y brusca
En la ciudad del alma que crepita
Y acaso es la gasa gris del cielo
La risa del cuervo, la pasión del lago
Donde nace el conjuro del silencio
La soledad bordea las horas
Me unto de su materia deleznable
Vuelo en la dentellada de un relámpago
En la multitud de recuerdos atados a mi delirio
Que se teje con sangre ausente
Vino deslizándose en el ansia
Palabras presas como lamentaciones
Sepelios donde no asiste la muerte
Moneda común que a nadie asombra
Acaso un mismo arpegio
Una misma daga envenenada
Que no puede curarse a sí misma.

 
 
 

Henry Alexander Gómez 

(Bogotá - 1982)

 
 

GEORG TRAKL EN EL OCASO
 

Un rostro púrpura se ciñe al abrazo calcinado de la noche.
El espíritu oscuro de los bosques, las sombras venenosas,
el grito moribundo de los guerreros otoñales,
cubren de opio el azulado cuerpo de espino.
Aletean los murciélagos alrededor del joven que sueña.
Se escucha un lamento crepuscular.
El niño Elis le besa la frente sangrante
y la hermana juega con alcoholes mortíferos,
deambulando entre los catres del centro hospitalario.
Qué luna más amarga,
cuánto silencio sobrevive en el canto último del mirlo.
Tierra negra amasa una música nocturna
y se extingue un corazón huérfano de flores amarillas.
La tumba aguarda a los ángeles caídos;
un venado azul corre en delirio a la primavera.

De Memorial del árbol (2012)

 

 

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