Revista Latinoemerica de Poesía

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Javier Jayali



Presentamos un conjunto de poemas de Javier Jayali (Cota, Cundinamarca, Colombia, 27 de abril de 1988) es escritor y promotor de lectura, escritura y oralidad. Estudió literatura en la Universidad Nacional de Colombia. Dirigió el taller de creación literaria Tejedores de historias en la Biblioteca Pública Municipal de Cota, proceso con el cual publicó las antologías poéticas Cota se cuenta en copla (2020), Cuerpos y palabras (2021) y Senderos, resiliencias y otros espejos (2022). Desde el año 2018 dirige Fiba we, una casa de pensamiento para la investigación y pedagogía de prácticas comunitarias. Recientemente publicó el poemario Sangre de Tabaco (Común Presencia Editores).

 

 

 

LA HUERTA                                                          

 

Existe el duende que camina

bajo la sombra del cebollín,

lo sé, he visto su rastro de caracol.

Existe el hada que salta todavía entre

los atados del huerto

¿recuerdas?

pensábamos que era el cilantro florecido.

Están acá, huele: es su aroma de aire enardecido.

También la mohana

que la encuentro emparamada en la madrugada

con la regadera y su delantal de agua.

Existen los guardianes

-todavía-

podan en luna nueva,

en creciente, siembran,

abonan en plenilunio,

cortan madera en menguante.

Están ahí, a veces me encuentran

enterrado entre los cubios,

subido en el palo del níspero

o recogiendo frambuesas.

Y cantan

y todo habla

cada voz es néctar

y todo parece el mundo.

Las abejas son gigantes.

Me recuesto sobre los huesos del brócoli.

 

 

 

CAMINAR SENTADO    

 

Es el tronco de un árbol

mi antepasado

es su sueño un asiento

para caminar sentado.

 

Con el cuerpo sentado

y la mente caminando

soy una veta de madera

y apéndice de la tierra.

Y soy

con el poporo

con la cona y el chumbe

o el huso en la mano

-y sin ellos-

con el pecho brillante

recogiendo estrellas y silencios.

 

Soy también

con la mirada astillada

las piernas talladas de várices

y la lengua forjada;

con la tristeza arrugada

y con rabia,

soy sobre un butaco

(extensión de la carne)

frente a un fuego,

con el corazón sentado

y la sangre corriendo.

 

Entero o en pedazos

toda y todo soy

si tengo espacio para hablar

para confiar o callar,

tocar un acorde o gritar,

porque tengo cuerpo y lugar

mi alma, asiento.

 

Soy, tal vez,

-sobre un pensadero cósmico

chupando tabaco

contando una historia

o sufriendo-

vestigio del árbol

acción del pensamiento.

 

 

 

TEORÍA VEGETAL   

 

Encuentro en la tierra un método latente

una teoría vegetal

que impetuosa se muestra a sí misma

y mientras lo hace

parece que soy yo

el gaque y el tuno que se reconocen.

 

Con la intensidad

de haber mambeado 

con las palabras conservando

su cordón umbilical

sangrando todavía

(palabras que pueden ser palpadas, cargadas

tan vívidas, recién paridas),

siento la escorrentía

que baja por mi cuerpo

estratificado en temperaturas

biomas,

desde los glaciares de la mente

el páramo (palabras)

las turberas (saliva),

mi pecho de alta montaña

mis genitales de bosque seco

mis pies, estribación de los manglares.

Y luego, el vacío,

lo que separa mi cuerpo

de las uvas silvestres

la desembocadura:

la tierra

antiguo lecho del mar.

 

Sensación básica

telúrica

y expresión arrogante:

me siento símbolo del abrevadero

viento suspendido en los herbazales.

En esta imagen

de tiempo encarnado

y experiencia vascular

-celulosa, lignina-,

reconozco

escucho funciones alrededor

funciones que son voces

voces que son gente.

Hablan como gentes de la floresta

que cuentan

dan indicios,

gentes que dicen:

 

Para enfrentar el vértigo,

esa resistencia al movimiento

y mareo de la amplitud,

correr al abismo

escalar la altura

que se precipita entre farallones y peñascos.

Allí

donde el borde y el riesgo

son la claridad del chulo

el asilo de su vuelo

es donde yace la desnudez

y soledad

para asumir la muerte,

todo miedo estancado

cada amanecer hiriente.

 

Dicen:

al páramo irás

cuando ferviente tu lengua

necesite el auxilio del frío

cuando tus pulmones

bullentes de orgullo

e irritación

necesiten copal de bromelia

resina de frailejón,

el abrigo de la niebla.

 

A las lagunas,

que son también

sueño del nevado

y menstruación del bosque

irás a entregar el fuego,

irás a recoger tiempo.

En la palabra helada de las aguas

y alturas de la cordillera

encontrarás el silencio del silencio

el retorno en el aliento.

 

 

 

HOSKA (RAPÉ)

 

 

Calma

el tabaco tiene espíritu de colibrí

se acerca con el canto cernido y su plumaje de polvo.

Cruza la nariz como ráfaga y aurora

trae presente

-eco, zumbido-

y su aleteo poliniza la mente.

Recorre el cerebro

amansa las voces

que acechan como ángeles

y el pasado alivia

y el futuro espera.

Una grieta se reforesta con su vacío.

El cuerpo siente su propio tiempo,

limpia.

 

 

 

EQUINOCCIO

 

Llega el tiempo de siembra

y cae la semilla del agua.

Se abre el puño del universo

y vuelve la lluvia con su palma extendida.

Nos pondremos la pluma del pájaro

y esperaremos nacer de nuevo.

El sol nos esperará

mientras subraya su analema eterno.

Estaremos allí

y sabremos que hemos dicho lo que jamás quisimos decir

que hemos sido injustos con lo viviente

que hemos postergado lo postergado

que hemos visto el río asfaltado,

que nuestros ojos están agotados.

 

Hemos esperado el nuevo sol.

El día dura lo mismo que la noche

y el despertar dura lo mismo que los miedos.

Haremos un contrato cósmico

y una siembra de propósitos:

pediremos que las voces en nuestra mente descansen

nos daremos tiempo y disciplina

consumiremos lo necesario.

Pondremos las manos en el suelo.

Haremos ofrenda.

El sol del equinoccio nos verá nacer.

Gracias.

 

 

KUSMUY (casa de pensamiento)

 

La tormenta

la lluvia

el animal

todo tiene su silla y su avidez

su movimiento y su palabra

en la casa de pensamiento.

El duelo

la sanación

la enfermedad

todo tiene su historia, su hombro

-eco-

su purga para la vida y su derecho al silencio.

Tiene también su límite

su soledad invencible, la confusión

su entendimiento imposible.

En algún lugar alguien busca

reparación

acercamiento y lugar,

el linaje común de campo,

una canta de la vereda y la cercanía del cerro.

Alguien busca existir

busca su nombre espiritual

su clan de pez o lombriz

y el sentido de su grieta.

Alguien busca hogar para sus visiones

y bastón para la intuición.

 

Todo busca la fragua secreta

para mostrar su cortejo

y su mortaja,

el bálsamo febril

para hacer su primera danza,

el rincón fértil

para compartir el aislamiento.

 

Hay una puerta abierta

la madera extiende sus brazos

y la hoguera palpita como lengua de tambor.

Bienvenidas, bienvenidos,

a este resquicio de lo finito

que siendo tan solo

cumbre de paja sobre estantillos

ha sido por muchos sueños

un compendio del cosmos

breviario del amanecer

y una biblioteca de los fuegos.

Está abierta la casa de pensamiento.

 

 

SANGRE QUE RESPIRA

 

Aquí yace la sangre que respira

la madera que exhala

¡No te asustes!

No es la sangre de este matadero.

Es la sangre del habla

que habla,

que devuelve y repara,

crece hacia adentro.

Transfusión

inhalación

de escritura viva,

tabaco convertido en miel.

Algo o alguien se acerca

y se diluye en versos:

sangre de otra voz que escucha,

voz que amansa la corteza herida.

 

 



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