Revista Latinoamericana de Poesía

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Guillermo Acuña González



A continuación, un conjunto de poemas de Guillermo Acuña González (Costa Rica, 1969).  Sociólogo con una especialidad en comunicación social.  Docente universitario, investigador social y especialista en temas migratorios a nivel regional centroamericano. Trabajó en FLACSO Sede Académica Costa Rica durante 10 años. Fue Director del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, en Costa Rica, en el periodo 2012-2017. Es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional, Costa Rica. En la actualidad se desempeña como Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA) en Costa Rica. Como escritor, perteneció al Taller de Literatura Activa Eunice Odio en Costa Rica, entre 1990 y 1993.  En poesía ha publicado Programa de Mano (2008), En Cuerda Floja (2014). Ambos con Editorial Arboleda, Costa Rica. Amares (2014), publicado por Editorial Ixchel, Honduras, En Ninguno de tus mapas (2015), VOSTOK (2016), Al Fondo del Corazón (2017) y Hay cosas de verdad que no terminan nunca (2021), todos publicados por Metáfora Editores, Guatemala y Sobre el Origen de las Primaveras (2019) y Almas Pequeñas (2024), publicados por Proyecto Editorial La Chifurnia, EL Salvador.  En 2021 publicó Xochi atl con Editorial Amargord (España).  Ha aparecido en Antologías de poesía en Alemania, España, México, Guatemala, Estados Unidos, Argentina y Costa Rica. Su correo de contacto es sarty1986@gmail.com

 

  

 

DANCING QUENN

 

Hay quien dice 

que en el muro 

de los lamentos 

del bolero, 

han dejado 

fragmentos de otra 

historia. 

 

Hay quien afirma 

verte bailar con la noche 

profunda, 

abismal, 

en celuloide,

como bailaban 

las divas del bolero 

en sus espectaculares 

tacones tan de aquella época 

en que nacimos para encontrarnos. 

 

Hay quien escucha 

tu caminar hacia

la puerta de salida:

con tus ojos rasgados 

hacia otra parte 

tu desliz de siglos

tu tiempo que ya 

no pertenece. 

 

Un son montuno,

inexplicable,  

deshierbándote 

el cora. 

 

Son.

 

 

 

NO ONE IS TO BLAME

 

Este sol que ya no quema

no hay estaciones 

por donde pase la luz 

y vos apenas te dibujas. 

 

Nadie pensó en este día 

En que los naufragios 

serían inevitables. 

 

Nadie amagó la pregunta 

nadie se entrampó con sus miedos 

y los sacó a pasear una noche 

de desenfreno y poesía. 

 

Esta luz que no dibuja

y no da a ninguna parte. 

Absolutamente nadie es responsable 

de su desordenada maravilla. 

 

Nadie tuvo la culpa.

 

 

 

VERDE Y ESTANCIA 

 

Consigo olvidar 

el lenguaje de los signos,

quedarme con el sonido 

de los colores en tus manos.  

 

Esa percusión de vientos 

la forma ovalada 

que todo lo mezcla. 

 

La calidez

 de una paz 

absoluta,

celeste toda

fucsia toda 

toda ella verde

y estancia.  

 

Consigo amasar 

el viento,

sus ovillos de una 

suavidad plástica 

como paleta y sol. 

 

El cortejo de pan

la flor más penetrante 

como fusil 

del que según el poeta 

cuelga la palabra amor, 

como palabra disparada 

por una boca que lo puede todo. 

 

Unas manos que lo pueden todo. 

 

Recuerdan la justa invocación 

de la intensidad:

una superficie marea 

a punto de tocar tierra firme 

La devoción del recuerdo

Los colores abrazados 

al mástil más alto 

de la alegría. 

 

 

 

ZARPAR DE TODAS FORMAS

 

Y si me emplazas 

es porque he perdido 

mis instrumentos de navegación, 

la ruta más corta 

a la sal,

la huella profunda.  

 

Darse de baja 

de esta sed 

Y habitar con ella 

bajo el sol de medio día. 

 

Pertenezco

sé que pertenezco 

a otros tiempos 

en los que los colores aún 

dependían de tus crepúsculos

y se escuchaban boleros exquisitos 

que llevaban a la duda y el baile, 

el mismo sitio de la fe. 

 

Querida:

la distancia es 

un dolor permitido 

un apareamiento 

con ciertos rituales. 

 

Debemos ir a ellos, 

salir de la capitanía 

en la que nos han convertido 

nuestras palabras

 

Buscar, si es preciso, 

el lugar más quieto

y calmo 

para tatuarte

dejarte allí 

antes de la primera letra

 

 

EL ABRAZO DE YIRAMA

 

Entre la niebla de los días 

una mujer energía 

hizo su trabajo. 

 

Tomó todo cuanto 

hubiera estado en el suelo,

invicó esas almas que la recrean 

y lo levantó con la delicadeza 

de la voz que cura,

la palabra que transforma,

la mecánica del abrazo 

que convierte lo oscuro

en certeza. 

 

La bruma se disipa,

el agua saluda 

y baja rauda 

por las gradas 

de la memoria. 

 

Todo lo renueva. 

Todo. 

 

En un hermoso portal 

de poesía 

un niño vuelve 

a tocar 

la tierra 

y sentirla suya. 

 

La huele 

y siente la calidez

de la paz entrar 

a sus orillas. 

 

Mira a la mujer 

sanadora

y le estampa  

una sonrisa 

como tatuaje de luz

que se quedará 

para siempre

en su recuerdo. 

 

 

 

PARQUE TEMÁTICO 

 

Un colibrí planea

lo que 

queda del día.

 

Traza luz:

líneas, 

círculos

estruendos, 

parece llenarse

todo

de soles,

escombros,

polvo milenario.

 

El colibrí

fija mirada

sobre Al Saba,

que tatúa 

su historia 

en la mano 

del niño.

 

Debe subir 

pronto

antes que

las dagas

corten sus alas.

 

Al Saba confía

en el dibujo

estampado

en la memoria 

de su hijo.

 

Solo las noticias

sabrán la biografía

de ese tatuaje encontrado

bajo un mar de sed,

la huella de su nombre

en la mano abierta.

 

El colibrí

amasa con su pico

dolores conocidos,

los detalla,

los decolora.

 

Hasta dar con 

el último respiro

de un cuerpo,

el suyo, 

borrado del tiempo.

 

 

 

AVISTAMIENTO 

 

A la hora 

exacta de su órbita,

la estación espacial internacional

divisa 

el exterminio.

 

Is there anybody out there?

pregunta

la mujer que 

recrea su muerte.

 

Desde una escotilla

se logra divisar 

su diario, sus páginas 

manchadas.

 

Polvo interminable

Grietas

Dibujos de escolares

Desperdigados

Por donde antes 

pasaban calles

y la felicidad.

 

 

Al hacer zoom

desde lo alto

el horror 

parece 

vestido de una bomba

que acaba

fragmentando el día.

 

Como en una pintura de bansky

Hay columpios 

con almas pequeñas

que aún juegan

con sus ropas.

 

Hasta decolorarse.


 

 

OFICIO

 

No pedí subir

con vos ningún

Monte golgota

ni empinar

las mareas.

 

No.

 

No exigí

pintar

las auroras

trás tus

bucles ADN.

 

Se quemó

el Sol apenas

supo de tus aires,

tus medidas.

 

No pedí saberlas.

 

No.

 

Solamente

solicité m

pasaporte

a tus ojos.

 

A tus otros boleros.

 

 



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