Revista Latinoemerica de Poesía

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Los intrincados silencios de la materia oscura



 

 

Nota y selección por Fabio Delgado

 

 

RENOMBRAR EL UNIVERSO

 

 

La cosa más práctica e importante en un hombre es su concepto del Universo.

Chesterton

 

 

Como un niño descubriendo la inmensidad en un cuarto que se le hace oscuro y ve vibrar desde el cielo múltiples luces al compás de su corazón, cómo una sinfonía que nos hace cerrar los ojos e inundarnos de sorpresa, silencio y goce. Eso sentí al leer: la eternidad está/ al alcance de la mano/ se integra el asombro primitivo/ a la duda atrapada/ en los intrincados silencios de la materia oscura. Porque creo que la sorpresa es algo que vamos sacrificando por pertenecer a los mundos de hoy, hechos de discursos y de acciones que nos alejan no solo de los otros y de las otras, sino que no nos permiten soñar porque pretendemos saberlo y decirlo todo.

Entonces me dejé llevar por estos intrincados silencios de la materia oscura y entendí en medio de mi lectura que Roberto Reséndiz le canta al cosmos con una constante mirada, que a veces por las tareas diarias del mundo deja de lado, pero no olvida. Porque en ese ejercicio de ser ciudadano asocia cada cosa que encuentra con esa contemplación del universo: A más de cuatro años luz/ en la constelación Centauro/ imagino las tropelías de Pedro Paramo/ de Miguel y Aureliano Buendía/ a las bandadas de ánades/ que infinidad de veces formaron la V de la victoria. Y es que lo que nos hace caminar por encima del éxtasis, el deseo o el dinero, es el anhelo de conocer y revelar para uno mismo.

Es que es extenso, es como cerrar los ojos y percibir el vacío y no saber a dónde mirar. Es nombrar con el lenguaje que aprendimos algo que no sabemos que es, pero que es el único elemento que tenemos, es el misterio que ronda una extensión imposible, un no lugar que sabemos brillante y hermoso, por eso es que acudimos a la ciencia como dispositivo de amparo, como faro de esa turbulenta noche que es imperecedera y donde la carta de navegación es este libro, que relata las angustias, el ímpetu, la tristeza, los deseos y ante todo la soledad de Roberto frente a lo que propone de infinitud, porque él en comunión quiere cerrar los ojos para abrir la posibilidad de conjurar el llanto y relatarnos desde su viaje y su estadía lo que va comprendiendo de ese cielo eterno.

Acá mientras escribo, lo imagino sentado en la luna escribiendo estos versos:

 

 

 

Calcedonia[1]

 

 

¿Qué historias habremos de contar de Hera

o si tendrán sentido los trabajos de Hércules

en la constelación de Hidra?

 

Antiguos

como todo lo que ha quedado atrás

revolotean idiomas

civilizaciones

carcasas de nautilius

un apacible planeta al que llamaron tierra.

 

Titilan las pantallas

descubren

tormentas solares

ondas de longitudes largas

formas sin aire en la gigantesca boca oscura.

 

Tanta quietud

hace más nítidas

las válvulas cardiacas

la carrera de la sangre

el miedo

sobre un Alnitak herido.

 

Cada pregunta podría ser resuelta

y el encantamiento sería cosa del pasado.

 

No habrá más sangre de por medio

Dios espera en el umbral del viento.

 

Confiado

balbuceo Alnilam

Mintanka

otra oración que se anida dentro

 

No importa ser inmortal

como la amarillenta luz que llega de Alphard

estar tan solitario ser polvo

o no ser nada…

 

 

 

 

Arcadia[2]

 

¿Arrastraremos los complejos

arrastraremos la estupidez de la barbarie

el salvajismo

la primitiva crueldad de los humanos?

 

La super tierra

se ilumina con tres estrellas primitivas

ondea pendones

carros solares sobre la península de Gea.

 

La magia

se siente en el plexo solar

en Sahasrara habla del deseo

del corazón y la garganta

del cordón de plata que nos conecta al cielo.

 

Aquí

jamás se hablará de la tierra prometida

no se dirá de los pueblos elegidos

ni de caídas sobre los nuevos territorios.

 

Hemos mutado

el horizonte es nuestro

las pesadillas no existen en el sueño

tenemos otro corazón para entregar de nuevo.

 

Un faro orienta los cuatrocientos vientos planetarios

al canto rodado que nos donó Atenea.

 

El tiempo

es la mejor manera de evitar

escombros de la Babel sombría

las innombrables ciudades de la muerte.

 

Una ola

desdobla los matices violetas del eclipse

germina

otra odisea para la misma historia.

 

También

hablaremos del amanecer

y lloraremos por el polvo.

 

 

 

 

Crisolia[3]

 

 

Bien sé que no soy mortal, una criatura de un día. Pero si mi mente observa los serpenteantes caminos de las estrellas, entonces mis pies ya no pisan la Tierra, sino que al lado de Zeus mismo me lleno con ambrosía del divino manjar.

Ptolomeo,

100 D.C.

 

 

Quemamos las naves

somos los nuevos visitantes

que perciben el silencio ancestral del precipicio.

 

Otros barcos

otros hombres

preguntarán el porqué de Laniakea

de los cometas con el licor divino

del gusto por la sal y el sabor del viento.

 

Habrá sitios para hornear el murmullo de los granos

anchos valles

para aferrarse a las simientes del santuario.

 

¿Cómo serán los sueños del escriba

después de recorrer la inmensidad de la luz

la super tierra en la constelación del Cetus?

 

Con la misma esencia de las olas

circula la sorpresa

la noche

viaja con nosotros

nos besa

adivina otra arena para seguir volando

 

¿Basta un testamento para dar certidumbre al bullicio

de la sangre?

¿Salvarán algo de nosotros

una nota

un trazo

la frecuente pregunta de la carne?

 

Cerca de los hijos    de los hijos    de los hijos

la primavera festeja el despertar de tabachines

Cydonias para celebrar el intervalo.            

                  

 

***

 

[1] Gliese 433 b: Supertierra. Descubierto: 2009. Distancia de la tierra. 29.3 años luz.

[2] Gliese: 667 Cf: Psicroplaneta. Descubierto: 2013. Distancia de la tierra 23.6 años luz

[3] Kepler 61 b: Mesoplaneta. Descubierto: 2012. Distancia de la tierra: 1063 años luz



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