Revista Latinoemerica de Poesía

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Pablo García Dussan



Presentamos un conjunto de poema de Pablo García Dussán. Periodista cultural, catedrático e investigador en estudios literarios. Ganador del Premio Nacional de Novela en 2015 y del Premio Nacional de Ensayo Literario en 2006. En 2018 fundó Cibeles Ediciones, una editorial dedicada a publicar obras de narrativa, crónica y poesía. Es autor de Monika: La vengadora del che [2021]; Las hijas del delirio [2019]; Killing Gaitán [2018] y Nerón hace arder la ciudad [2017]. Comenzó su carrera literaria siendo finalista del concurso de poesía “Encuentro de dos mundos” a comienzos de los años 90. Afuera de los templos es su primer libro de poemas y una deuda saldada alrededor del mundo de la espiritualidad.

 

 

 

Afuera de los templos

 

No sólo los templos albergan la fe.

En las calles

los pordioseros conocen la esperanza:

su mano extendida pide para una botella.

Sus mascotas los acompañan porque saben que en la tarde

los acariciarán manos complacidas.

Ebrios

su más férrea fe descansa sobre el lomo de los animales.

No existe mayor esperanza que la de una madre regocijada

en los pequeños triunfos del hijo cabeza dura.

Piadosas con la naturaleza de lo ínfimo

tienen fe en la razón que justifica angustias y pequeñas glorias.

Más allá del templo

el sentir de una mano temblorosa que se acerca

es el mismo de la voz débil que reprende a quien la intimida.

Afuera

nada quebranta el fuego arduo

cuando madres y amos

cierran los párpados

e invocan otra certidumbre.

 

 

 

Celebración

 

No hace falta bajar a echar un vistazo:

muchos bailan y se divierten en la misma esquina donde esta mañana

las monjas repartieron volantes anunciando la salvación.

Mientras que el bullicio de las fiestas

hace recordar las celebraciones propias

las penas hacen que se baje la mirada

ante un hábito o una sotana.

Nada distingue una celebración de otra

pues todo equipara la reverencia al jolgorio.

¿Saben las monjas si sus volantes salvarán a alguien?

Esta es su fiesta:

paradas en la esquina

donde más tarde las prostitutas engancharán a los  

ebrios

celebran la redención de quien desconocen.

Ya sea tras una noche de fiesta o una de agobio

la salvación puede esperar.

Siempre lo hace.

Ella sabe que la vehemencia se agota con las noches

y que la suma de las noches

le acorta el tiempo al desenfreno

a los vistazos

e irremediablemente a la salvación.

A pesar de la clausura o la licencia

se sabe que la vida es corta.

Por eso se la siembra con folletos

y con fiestas

aunque en el fondo se les sepa arandelas

y adornos de tercos amantes de la vida.

De vez en cuando celebramos

otro tanto ojeamos el volante.

Husmear es tan permitido para

quien ha renunciado al mundo

como para quien se le ha entregado.

Así en la noche

con bullicio o silencio

no existe diferencia entre sostener

en la mano un volante

o una botella de vino.

 

 

 

Los piadosos

 

Son tan pacientes los feligreses afuera del templo.

Devotos

ponen un pie delante del otro

con un movimiento inflexible.

Su disposición los acompaña con fidelidad.

Y sus pensamientos se acompasan a los tedeum

desviándose sólo por las tentaciones de momento.

¿Qué es el pan de vida si no una madre

rebanada a diario?

Salir del templo lleno de un cuerpo

significa aguardar de nuevo al hambre.

A la mañana siguiente

los piadosos

le ganarán a su hermano el mejor trozo de pan

mientras la madre calla para evitar

discusiones que los retrasen en el trabajo.

Maldecirán

embriagados o sobrios

maldecirán.

Los más osados abjurarán de Dios

y los de mayor fe

guardarán silencio en vez de responder

a quien los insulte con actitud hiriente.

Tarde o temprano se convertirán en pan para cortar

y sabrán

que construidos con silencios de madre

serán

la torre que albergue el reflejo de la tierra.

Piadosos

aunque renieguen

saben que son piadosos

que esa es la única opción otorgada por los días.

 

 

Alma indómita

 

Al acabar el día

mientras llovizna

las jovencitas hablan de moda

bajo el neón de los prostíbulos

y los hombres maduros añoran

las extraordinarias cópulas de su juventud.

A pesar de la inclemencia

al final

para unos y otros

aguarda la calma.

El poder de la lluvia es tan misterioso

que sólo indómitos hombros la dejan anidar.

Huyendo de ella

las miradas buscan la luz del neón

o esquivan el vacío de las fuerzas idas.

Los cosméticos

la moda

las píldoras

mantienen abierta la puerta

son al mismo tiempo sombrillas

y gruesas gabardinas.

Un cuerpo de alma indómita reta la moral

no por desnudarse de gabardinas

sino por refugiarse en la lluvia sin ellas.

¿A quién desafía un viejo que busca refugio

en la juventud si no a sí mismo?

El pudor se desvanece con los aguaceros

también las fuerzas.

Al final

solamente permanece lo indómito

atrás de los ojos

resguardado del tiempo que arrastra la lluvia.

 

 

 

Antes del mediodía

 

Antes del mediodía

tras abrir las ventanas para que entre la luz

el polvo se arremolina

sobre las botellas tendidas en el piso.

El fantasma de la homilía se lleva las manos al rostro

para que no lo descubra el sol

mientras las caras aún pintarrajeadas

dormitan cubiertas por la misma mueca de pereza

y hartazgo.

Allá atrás

reside lo más humano:

la arcilla que también alcanzó a moldear Dios:

la rubicunda mejilla pulida por la mano de la lujuria

sobra de licor que la noche añejó

para conciliar las gargantas complacidas con la vida

tras el despeño del aliento.

 

Camino truncado a Santiago

 

No sé con exactitud qué mueve el corazón y los pies de un peregrino.

Deja tras de sí algo que ignoro

busca tal vez lo desconocido.

Sólo de algo no se puede dudar y es de la fidelidad de sus mascotas.

Abajo

en el río

entre los árboles

las lavanderas lavan el sudor de las ropas de cama.

Volverán

una y otra vez a lavarlas

a sudarlas confiadas en la pasión de su hombre.

¿Tiene la misma voluntad de un héroe patrio

el peregrino que lo abandona todo?

Yo

que tan poco sé de mí

pero mucho de mis límites de hombre

debería conformarme con desposar a una lavandera

resignarme con saber que jamás peregrinaré a Santiago

y que

en cambio

cuando muera

seré llorado con pasión de héroe.

 



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