Revista Latinoemerica de Poesía

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Clepsidra: muestra poética



Como clepsidra, la poesía también cuenta las gotas que pasan por ese gran reloj del tiempo. Presentamos una selección de poemas de algunos estudiantes de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional. Invitados a su lectura.

 

Lucía Parias*

Engaño

Desde un mundo
de incontables nombres
-manos húmedas y quebradas-
tomó forma el ser

donde deposité mi desprecio.

Identificaba en sus formas
las mías.

Lo observé esconderse
infame

en su agujero.

Respirar el aire suyo
y sólo
suyo

contenido en su centro.

Lo escuché quebrar.

Sólo sobrevivió
de su cuerpo en pedazos

 

la máscara.

 

*Lucía Parias (Bogotá,1992). Es Maestra en Artes visuales de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente es candidata a Magíster en Escrituras Creativas en la Universidad Nacional de Colombia.

 

***

Ricardo Tacuma*


Aquelarre

En noche de brujos
Laceramos este animal imaginario
que corretea el color del fuego:
    El espanto
    es la flor
    que adorna
    el alma.

 

Cerros


              I

Hoy vi bajar del alto relieve
de esa montaña tristísima
que es la loma,
que es el boquerón y su falda de cuchilla,
una mujer que llevaba
al hombro, allá lejos
donde nadie ve nada,
a su espalda,
la palabra nostalgia

y de ese glacial de lágrimas vivas
brotó en vez de un lamento una sonrisa
delgada como las plumas,
ese alimento casi divino para
las almas caídas de esas cumbres afiladas

dejando, esa noche de nube y sierra,
un montón de semillas de árboles,
que iluminó con fuerza
la promesa del nacimiento
de un desierto florecido
esa incumplida promesa triste
como los regalos de navidad y año nuevo
o las flores que se despiden para siempre

                 II

y...
y la mujer no era real
pero la palabra que cargaba
pesaba más que la memoria

y…
     y entonces
          todo fue breve
                    como la vida…

como la palabra nostalgia
revolviéndose entre
los alimentos a cocinar
en una olla de presión,
donde vapor y vista sólo tienen el
marco de dos por uno y medio,
que son los palmos de la ventana
y todavía cabe el cerro.

                                                                     A Nathalia Ríos

 

*Ricardo Tacuma Pineda. Estudiante de Literatura. Notas en memoria de Alberto Caeiro.

 

***

 

Marco Cardona*

 

Lejos del jardín


A lo lejos galopa un hombre que solo tiene tres nombres
se llama Tim Tam Tom y no tiene un apellido ilustre
Jacques Prévert


Y los nombres son indicios, como árboles en estampida por los ojos de una libélula. El jardín de Elena, donde pastaba el toro, tendrá por siempre senderos de flores marchitas, y el aliento de esos pasos comienza a fatigarse en las estrellas. Hasta el nombre Esther alcanza la memoria, esta mirada ceñuda que presiente el horror en los colores de una abeja. Más allá están los amasijos de tabaco, maíz, barro y saliva, los alcoholes que retumban como el galopar perpetuo del sonido blanco y el discurrir del viento por las copas de los árboles. Así, los cementerios son cataratas de palabras que de tanto repetirse pierden sus edades. Lejanías donde retumba el eco de un llamado. Jardines que se transforman en la llanura más extensa del silencio. Y en el horizonte, los nombres que galopan sobre las cenizas son como plegarias al vacío.


*Marco Cardona Giraldo (Bogotá, 1987). Profesional en estudios literarios de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente cursa la maestría en escrituras creativas de la Universidad Nacional de Colombia. En 2008 fue el ganador del Primer premio nacional de poesía estudiantil El Quijote de acero, de la Universidad Tecnológica de Pereira.

 

***

 

Gustavo Andrés Valdés*

 

Perra de las perras

En las calles de Santa Fe
hasta los perros tienen grotesca apariencia.
Parecen chacales. Te siguen solapados, y si
dejas de mirarlos te dan un mordisco y
salen corriendo. Escarban la basura
como cualquier basura. Siempre están hambrientos,
sedientos. Siempre a la expectativa
de un plato de oro lleno de maíz. Aquí han aprendido a ladrar
   Como si tuvieran una conversación, los perros
ladran toda la noche. Por fortuna estoy despierto.
Al menos alguien los escucha, mientras también
suenan los ruidos de gritos angustiosos, insultos,
golpes, disparos, sirenas. Mi querida Santa Fe.
   Pero estaba hablando de los perros, perros gordos
de bondad humana, perros copulantes, perros encinta. Perros
ingeridos en baratos restaurantes. Perros en la cruz
acompañando a Jesucristo, perra soledad.
   Esa es otra historia, otro trago indeseable que vomitar
en el tablado de la indiferencia.

 

*Gustavo Andrés Valdés. Estudiante de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional.



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