Revista Latinoemerica de Poesía

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102. Fabio Andrés Delgado Micán



 Fotografías de Francisco Navarro

Una cicatriz abierta recorre cada uno de los poemas de Fabio Andrés Delgado Micán (Soacha, Cundinamarca, 1985). Existe una lluvia visceral que se mueve, una piedra que nos muestra algo de lo que no queremos acordarnos. Con un lenguaje directo, en una preocupación continua por el papel de la poesía en nuestra sociedad, sus poemas nos revelan ese pálpito de los hombres por no morir a la intemperie.

Compartimos una selección de su trabajo, algunos publicados en el libro Asma (Piedra de toque, 2015) y otros inéditos.

 


LAS MADRES DEL AGOBIO *

Qué importa si pierdo mañana
Si gané libertad para mis hijos.
Ayer no es el hoy ni el mañana
Que es tiempo pasado.
TRIANA.

El festín de las sirenas,
pasó la noche.
En que las noches se iban con el sueño,
después de eso:

El miedo.
se prende en las paredes,
en las cacerolas,
donde el fondo del hambre,
roba ironías,
debate injusticias.

La luna confesó haber asesinado
el duende pobre que se había acostumbrado
a luchar por lo inalcanzable.

¡Los peones se sacrifican primero!
                                                                                            ¿Quién nos dijo que lo éramos?
Somos sonetos,
ilusiones,
la canción triste de Amelita,
las sombras de Soacha,
las lágrimas todas,
las esperanzas pocas.

Bajan en filas mudas,
en el frío oscuro
aúllan los perros callejeros.
Los muertos que caminan desde los pasados tiempos
posan su desdichado final en el parque,
recorren como espejismos a San Nicolás
consolando aquellas que gimen en cama de tierra
piso de barro
techo improvisado.

Luego le besan la frente,
los labios,
las mejillas.
Y prometen regresar mañana
cuando lleguen de Ocaña.


* Al colectivo de víctimas del Estado distinguido como las madres de Soacha o las madres de Octubre, familiares de los jóvenes asesinados por las fuerzas militares colombianas en los mal llamados falsos positivos

 

 

 

ANACRONISMOS

Entro; cambiamos unas cuantas convencionales y cordiales palabras y le doy este libro. Si no me engaño, usted no me malquería, Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío. Ello no ocurrió nunca, pero esta vez usted vuelve las páginas y lee con aprobación algún verso, acaso porque en él ha reconocido su propia voz, acaso porque la práctica deficiente le importa menos que la sana teoría. En este punto se deshace mi sueño, como el agua en el agua. La vasta biblioteca que me rodea está en la calle México, no en la calle Rodríguez Peña, y usted, Lugones, se mató a principios del treinta y ocho. Mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible. Así será (me digo) pero mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo le he traído este libro y que usted lo ha aceptado.
Jorge Luis Borges (A Leopoldo Lugones).


La palma de la hoja
marca un millar de ríos
al suspenderse continuamente la lluvia en su cuerpo.
Al cruzar un destello de luz en el rocío que muere en la tarde,
la oscura noche serpentea en el viento.

En ese instante, yo
ensillo el caballo negro de Aurelio Arturo,
que vaga el sur de los pastos
de la canción que fue su infancia.

 

 

 


DELITOS DE CASA

Hay disparos fuera de mi casa.
Adentro casi todos están muertos
y beben café negro
en los rincones.

En las escaleras se sientan los desaparecidos
buscando respuestas
en las ventanas.

La cocina
Navega en un hedor particular,
alguna cosa arruinada en las gavetas
se ha consumido por el tiempo.

Los platos
repletos de hambre
son servidos a los visitantes.

Los espejos no funcionan
ya no reflejan nada,
hay tanta tristeza acumulada en ellos,
gimen mientras la gente pasa.

En los cuartos
tienen sexo la infamia y el dolor,
para luego parir bestias del olvido.

 

 

 

 


DESEMBARCAR

Zarpan los barcos de la memoria,
elevan sus amarras
se entregan a su deriva
para hacerse eternos en sí mismos.
Cuando eso sucede
la piel quebrada sigue anclada
en los puertos.

En eso
los hombres arrastran sus raíces
sujetas a la tierra,
creen que se mueven en dirección correcta a la mar
aferrados a la orilla.

 

 

 

 

ARTE POÉTICA

De todas las autopsias que los poetas le han hecho al viento,
de los banquetes ofrecidos en sus casas
devorándose el amor;
de esas alhajas de amargura que les obligan las manos
a limpiarse sus bocas con la nostalgia,
esa otra alhaja,
No ha quedado nada:
solo una cacería de dioses
que se matan a sí mismos.

 

 

 

 


LÓGICAS VITALES II


La sal del mar se aferra con angustia a la roca
donde va a morir de sed bajo el sol incandescente,
entonces antes de expirar
intenta regresar en vano a las aguas.

Como la sal
Nos abandonamos a esas rocas
que nos dicen que es la vida,
deseando temerosos
mientras vamos muriendo.

 

 

 

 

 

DESDE LA CONDUCTA

La bolsa de valores
el precio del dólar
el despertador en la mañana
el canal de noticias
sus mentiras excedidas.
el olor del tostador en la cocina.

El pan mojado en el café
los servicios públicos
el sector financiero
verte el sábado en el almuerzo
el domingo en el cine
llegar a tiempo al trabajo.

El shampoo de fresa
el jabón de avena
mi perfil de facebook,
ese que no soy que dicen que soy
toma decisiones y es libre.

Instagram y los gestos
de felicidad que debo hacer en selfies.
Whatsapp:
Los besos,
Las conversaciones,
Las incógnitas,
La voz en la distancia,
Los grupos de gente que no son reales.
El teléfono móvil
que nos hace todo.
Termina viviendo por nosotros.

El baile MTV donde todos son sexis
pero nadie baila con nadie
la ropa de moda
la música de la emisora
Youtube y sus millones de visitas
Los Youtuber y su montón de cosas dichas.

Entonces soñar se hace más difícil
Imaginar,
un trajín que vamos olvidando
pensar es un crimen
y la poesía una invitación al delito.

 

 

 

 

HÁBITOS DESPRECIABLES

He intentado dibujar los caminos en el polvo que muerde mi boca,
caminarlos despacio, con los amigos,
hablando en el negro vapor de las alcantarillas
que nos llega a los pies.

He intentado esquivar los buses afanados,
libélulas desesperadas que confunden el pan con la codicia.
Llegar a donde estás, verte lavar el cabello y los ojos
tenderme en tu piel como sábana blanca en día domingo.

He intentado rastrear en libros,
porque nos quedamos acá
pariendo todos la misma desdicha,
quebrándonos entre cuerpos de barro.

He intentado todo lo que sabe a posible para mi lengua.
No mirar el sol y huirle a la noche,
ver películas gastadas para esconderme del ruido del progreso
que tiene silueta de máquina sin alma.

He intentado todo amor mío,
pero nada que he podido llegar a tu casa.

 

 

 

 


CITAS EN EL LABERINTO

La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura.
Bioy Casares

I
Luis escribe sobre la kábala en su cuaderno de notas, bebe lentamente algún café. Tocan a la puerta, es Jorge con un libro de Spinoza bajo el brazo. Luis atiende sin afanes, mira a Jorge a los ojos – Creo que somos el mismo Borges –.

II
Herodoto cantó a las ninfas y los ecos de la melodía se consumieron en relojes de arena; anunciando los holocaustos del hombre, devorando desiertos completos de llanto, ríos de sangre e imperios desesperados. La tonada solo hurgó la mano de Larousse cuando entonó de nuevo la canción en una sinfonía que ahora se le dice historia.

III.
Él buscaba los versos entre las cartas que tenía para entregar. Prendía un cigarrillo para hablarse un poco. Algo ebrio, Bukowski señala la balsa, viene de Yangzi y en ella se ve el reflejo de la luna. La cerveza y el vino endulzan la palabra.

IV.
Leía Artaud en un bosque de cenizas. Un olor a jazmines cosquilleaba las cartas de Julio y Octavio le confería sueños de mariposa. Se persuadió de lenguaje hasta perderse en un sinfín de palabras. Se apaciguó en otra que fue la misma y se fue dejando un fuego baldío.

V.
La orquídea miraba la tarde ansiosa de sol. Las palabras chocaban entre sí como un devenir incierto. Las murallas se le desnudaban con el calor. Él prefería los jazmines, los mangos y los griegos, algún muchacho eterno de besos fuerza y vigor. Tanto poema de almohada gimió en Cartagena la muerte del mejor amante.

 

 

 


Fabio Andrés Delgado Micán (Soacha, Cundinamarca, Colombia). Estudió Ciencias Sociales en la Universidad La Gran Colombia. Ha publicado en una serie de revistas de poesía (Chile, Colombia, España, Argentina, México, Bolivia) varios de sus trabajos. Ha sido gestor de colectivos literarios como VOCES DE QUIMERA en Bogotá y de grupos culturales como SEMINARÉ. Participó en el XIX y el XXI Encuentro Internacional De Poetas De Zamora Michoacán México año 2015 y 2017, invitado a La Juntada De Poetas Del Sur En Argentina y El VIII Encuentro De Escritores En Goya Argentina, La II Juntada De Poetas Del Sur En Santa Cruz De La Sierra Bolivia. Autor del libro de poesía Asma, con la editorial Piedra de toque (Colombia). Participó además en la antología de poesía latinoamericana Y sucede que no podemos callarnos con la editorial el Perro celestial (Bolivia, 2016).

 

 



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