Revista Latinoemerica de Poesía

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Hugo Jamioy, el danzante



Selección y nota por Hellman Pardo

 

Jamioy danza en los brotes que cosecha su tierra, en el fuego que ilumina la lengua camêntsa. Sin misterio, como pocos rincones en la poesía colombiana, sabe encender los elementos del mundo en simples palabras. Las disemina por los lenguajes del país y cosecha en sus manos la raíz antigua de su origen. Es su idioma los idiomas que cantan la luz, el sueño, la huella.

 


Buscándome

Durante años
he caminado buscándome.

Cómo voy a encontrarme
si los lugares
donde escarbé
están fuera de mi tierra.

 

 

Tima y Yuina

Tima y Yuina,
éstas son mis dos hijas,
una orquídea
y la otra un jazmín
con dos anturios negros
en sus ojos.

 

 

El universo en sus ojos

Esos colores apretados en la mochila
cargan con la inspiración de mi madre.
Llegan a mi recuerdo ahora,
cuando desde este pájaro metálico
caminando sobre el lomo
de ovejas blancas,
me regala el azul
que se desvanece
mientras desciendo a la tierra
donde me esperan.
Pienso entonces:
mi madre anda llevando
ese universo en sus ojos.
Yo apenas distingo
los colores.

 

 

En la tierra

No es que esté obligando
a mi hijo
a trabajos forzados
en la tierra;

Solamente
le estoy enseñando
a consentir a su madre
desde pequeño.

 

 

Todo es bueno

Hijo, me decía el abuelo,
en esta vida nada es malo,
todo lo que miras en lo natural te ayuda a vivir,
cuando el sur o el norte
el este o el oeste soplan,
el danzante del viento abre sus manos
y sobre sus brazos se posa el colibrí
dejándose llevar por el vaivén.

Más tarde, los cántaros del cielo
riegan el cuerpo del betiye
mojan el plumaje del mensajero
calman la sed del viento
y juntos hacen danza y canción.

Son hermanos,
retoñaron en algún lugar de la tierra,
ellos te pertenecen a ti y tú a ellos.
Para ti también hacen danza y canción,
pero tal vez estés olvidando tu lengua.

 

 

Lágrimas de leña

No te vistas
con el manto de la nostalgia.
Hará que se agüen tus ojos
y serás ciego frente a tu realidad.

Llorar tiene sus tiempos y sus lugares.

Acércate, ven junto conmigo,
visitemos por un momento la tulpa,
dejemos que del abuelo
broten sus palabras.
Llévale de regalo leña,
él sabrá consolarla.

 

 

Esta soledad

Esta soledad que sigue mis pasos
tiene ojo de águila:
siempre me encuentra.

 

 

Escarba las cenizas

Hijo, abandonado está el fogón de donde desprendiste tu nombre
mientras con frío buscas fuera de tu propia energía.

Regresa,
siéntate en el círculo donde las palabras del abuelo giran.
Pregúntale por las tres piedras, ellas guardan silenciosas
el eco de antiguos cantos.

Escarba en las cenizas, encontrarás tibia la placenta con que te arropó tu madre.

 

 

 

HUGO JAMIOY nació en Valle del Sibundoy, Putumayo, en 1971. Pertenece al pueblo indígena Catmênsa. Ha publicado los libros de poesía Mi fuego y mi humo, mi tierra y mi sol (1999); No somos gente (2001) y Danzantes del viento (2005), reeditado por el Ministerio de Cultura en 2010. Sus textos han sido traducidos a más de quince idiomas.



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