Revista Latinoemerica de Poesía

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Ciudades Invisibles, octava mesa



 

Y SE ACABA LA TARDE - Gabriel Jaime Franco (Col)

Es más musical el sol, ahora, cuando ya casi transcurrida su lenta ruta, la ciudad y el cielo toman un tinte de cobre, como de agua y sangre entremezclados.
A esta hora del día la luz habla en una asombrosa geometría de sombras.
Algunos llevan su cuerpo a la absurda paz de los teatros, mientras en los hospitales se aprestan a abrir los depósitos de gasa y en los suburbios un ocio de café, periódicos y música se prepara para acicalar la noche.
En poco tiempo la ciudad cambiará sus propietarios en medio de un barullo inconcebible de pregones, máquinas, ciertos afanes sigilosos, puertas que se cierran hasta el alba para retomar en ella un loco laberinto de teclas y papel ahumado.
En la eterna penumbra de una pensión una niña gotea perfume barato entre sus piernas, olorosa promesa de un día con olor a pan entre los dientes.
¡Dios mío... ¡Todo sucede en un minuto, todo, y yo empiezo así a carecer de voz para los hombres, mientras la noche sobreviene como un coro de epitafios!

 

 

TULIPANES EN LA NIEVE - Waldo Leyva (Cub)

Hoy he visto en la pantalla del teléfono
los tulipanes rojos y amarillos
floreciendo en la nieve.
Luego recordé la arena del desierto
desembocando en el intenso azul
del mar de Cortés.
También volvió de pronto aquella flor
que descubrí una rota mañana
en las ruinas romanas de Cartago
cerca del lago antiguo donde aún está tibia
la huella de Gonserico
y en cuyas aguas
se bañaron los centuriones legendarios
y bogaron los trirremes de Favio Basilisco.
Es curioso pensar en esa salada dimensión de agua
que algunas vez fue parte del Mare nostrum
y vio como nacían las arenas del Sahara.
Ahora es solo un enorme y enfermo pantano
cuya historia se reduce a ciertos espejismos de turistas
o forma parte de los ritos
de los adoradores de la Guerra de las Galaxias
esos hijos de la fuerza y la sombra
que desconocen que por sus costas
entraron alguna vez los Vándalos
y cruzaron los elefantes de Aníbal
cuando el Imperio contratacaba y era difícil
predecir una nueva esperanza.

Los tulipanes florecen en la nieve.
En Puerto Peñasco la arena del desierto
se funde con el mar
y un pájaro detenido en la baliza
se deja inmortalizar por el lente inexperto
de una niña que corre por la arena
ajena a la flor roja de Cartago
mientras George Lucas es seducido por Tataouine
y funda un planeta con su nombre.

Cuando regresa la sequía
desde el fondo del lago se levantan
esqueletos de naves antiguas
la chatarra de algún autobús plantado allí
para deleitar la ignorancia de los viajeros
que deciden cruzar la inmensidad salada de Chott El Jarid.

 


PERFECTUM EST - Isla Correyero (Esp)

Con ese perfecto brillo de triunfo en el fracaso
me despedí de él
mortalmente grotesco parecía
semisentado en la cama como ajeno o maligno
quién sabría decir la auténtica razón
el sentimiento
a través de una leve sonrisa que era mueca
mitad vulgaridad mitad venganza.
Siete minutos antes yo había sido ultrajada ofendida
oralmente violada en mi desnudo pecho maltratado manchado
fulminado por su mísero sucio esperma insoportable
sus vomitivas palabras reclinadas
en mi femenino cartílago glorioso.

Y no sé qué pasó un segundo después
yo me secaba tres lágrimas feroces a escondidas
me enjugaba los pechos sin pecado
dignísimos los hombros judicial la garganta
sin lenguaje
me reía del mundo mansamente
me reí de la muerte con cinismo
cruel lo comprendí
incompatible mi enorme tristeza con la vida
mi estilo con su estéril deterioro.

Mi humillación fue un milagro de inspirada poesía disidente.
Me levanté con calma de vidente actualizada
pródiga en plenitud de alumbrada terapeútica.
Me investí de infinita mujer que avanza sola.
De rodillas se alteró el universo masculino.

Transportándome fui cerré la puerta
sonriendo lloré
mi corazón sabiendo.

 


FRACTURA - Camila Fadda (Chi)

Tengo una copa de vidrio rota en mi mano
tengo en mi mano vidrios de lo que ya no es una copa
tengo fragmentos de vidrio en mi mano refractando luz
filosos restos de un objeto del que bebí con placer
fragmentos de algo que ahora no sé bien qué era
partes irregulares de incompletud y ausencia
cortantes filos de cristal atrapando la luz
trozos de algo que podría llegar a ser
tengo fracturas y fractales y esta duda:
en qué se convierte lo roto.

 


AUTO DE FE - Rodrigo Galarza (Arg)

Si no fuera que a veces los astros galopan en mis costillas
desatando una música que parte del barro que soy, recuerda y celebra.
Si no fuera que en mis espaldas alguien
–cuyo rostro no he visto-
ensaya absurdas cartografías, mientras ciego huyo de mí mismo.
Si no fuera que existen tantos imposibles arracimados
en la linde mi boca,
no creería en un dios con minúscula,
títere y tan ocupado de sí mismo
que a veces
se confunde de altar y reza al hombre

 



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