TESTIMONIO DOCE: La vida
Entre el 27 de junio de 1973 y el 1 de marzo de 1985, se vivió la “dictadura cívico-militar uruguaya”, un periodo que marcó a toda una generación de escritores, entre ellos, Ida Vitale, una poeta que se exilia en México y que compara esta etapa de su vida “con la creciente del Nilo, que parece una catástrofe que todo lo arrasa, pero que al retirarse deja más fértil el terreno”[1]. Indudablemente, este contexto político, generará una postura sobre la vida, un testimonio de lo que se cree o piensa del mundo, así Ida Vitale en el poema “Llamada Vida” nos plantea esas otras caras a las que nos acerca la existencia.
LLAMADA VIDA
Ponerse al margen
asistir a un pan
cantar un himno
menoscabarse en vano
abrogar voluntades
refrendar cataclismos
acompañar la soledad
no negarse a las quimeras
remansarse en el tornado
ir de lo ceñido a lo vasto
desde lo opaco a la centella
de comisión al sueño libre
ofrecerse a lo parco del día
si morir una hora tras otra
volver a comenzar cada noche
volar de lo distinto a lo idéntico
admirar miradores y sótanos
infligirse penarse concernirse
estar en busca de alma diferida
preparar un milagro entre la sombra
y llamar vida a lo que sabe a muerte.
Ida Vitale
(De Reducción del infinito, 2002)
Pintura: Almendro en flor de Vincent Van Gogh
[1]http://cedros.edaddeplata.org/docactos/4395/Dossier_de_prensa/Dossier_de_prensa04395002.pdf