Revista Latinoemerica de Poesía

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Juan Afanador



Presentamos una muestra del trabajo de Juan Afanador, joven poeta bogotano nacido después de los noventas, dueño de una prometedora proyección estética. Juan, además, es antropólogo y director de la revista virtual de poesía Otro páramo.

 

 

Por un instante

 

El agua corre entre los dedos

la luz del sol

avanza entre las ramas

 

por un instante

hay rejas leves en el mundo,

que filtran débilmente

y entresacan

 

y en ese rito

la luz es de repente distinguible

igual que el agua

 

tiemblan ambas ya visibles

evidentes

 

privadas un instante

de su inmensa vastedad

que las hace incomprensibles

a ojo humano

 

ahora caben en la vista

son tiempo deshilado.

 

 

Una distancia

 

El tren va andando con su suave traqueteo

que mece a casi todos hasta el sueño

pero allá en la esquina, una madre y una hija

tejen la vigilia con sus cartas.

Es una pequeña perfección donde no cabe nada más

ni la oscuridad, que trepida por fuera.

 

 

La montaña

 

Para Jorge

 

Fuimos con un amigo

a caminar por la montaña

habíamos dormido

tres horas solamente

y la terquedad del sueño nos rayaba las cabezas.

Paramos en un claro

agotados

el viento había partido nuestros labios

y nos dolía hablar.

Entonces nos sentamos en silencio

simplemente

sobre la punta de unas piedras

en lo alto

y nos fijamos en las figuras

que armaban las hojas a lo lejos.

La naturaleza temblaba levemente

y nosotros temblábamos con ella

en un arrullo antiguo y verde. 

Hacía calor y él cerró los ojos

no sé qué pensó.

Yo pensé (unas aves negras

nos empezaban a orbitar)

que este momento era importante

y tenía un lustre propio

aunque la vida fuera larga e imperfecta.  

 

 

No hay escondite

 

De vez en cuando,

con una larga intermitencia,

pasa algún carro por esta calle vieja.

Yo miro las luces del semáforo

que brillan solitarias

entre el frío o el silencio

y no comprendo su persistencia.

Sé que su gesto es inútil y absurdo

que hacen señas para nadie

cambiando de color

como animales insoportablemente tercos

que buscan camuflarse y no encuentran

el color preciso de la noche

que buscan escondite y no lo encuentran

y siguen.

Yo intento avisarles desde la casa

para que se detengan

para hacerles saber que nada importa tanto

 

cuando veo mi reflejo en la ventana

y se me ocurre que tal vez

así de absurda es la vida:

hacemos señas para nadie

buscamos escondite, sin escondernos

y nadie nos avisa

desde una ventana.

 

  

Ritual

 

Cinco gotas

cada noche

sobre un espejo

sólo eso pedía el azar

como huellas de plata

abandonadas en la luna.

La cifra sencilla

que llevamos en la mano como un peso

sólo eso pedía el azar

 

y funcionaba. 

 

 

Otra rima

 

Dura menos un hombre que una vela

Eugenio Montejo

 

La cabeza que resiste su caída tercamente

y se sostiene

sobre las vértebras de la espalda

 

la llama que mantiene su peso sobre el pabilo

y balancea su figura de fuego

para no derrumbarse hacia la nada

 

son un mismo gesto torpe de la materia:

ambas se niegan a caer

alumbran un poco a su alrededor

y algún día han de extinguirse. 

 

 

Todo persiste

 

No se puede destruir a los fantasmas

solamente diluirlos

hasta que sean tenues ramas transparentes

que se posan en cualquier parte

que se agregan a cualquier grieta

y se mecen con el viento de la noche.

 

 

El silencio en las montañas

 

Veo las montañas de los Andes reposar

como bestias mitológicas

que sostienen el silencio sobre su lomo vegetal.

Son colosales, es cierto,

pero su enorme figura no se opone

a la vida endeble de los humanos.

No. Aceptan la cercanía discretamente

como criaturas acostumbradas al suelo y a las estrellas.

 

Entonces, sosteniendo una calma antigua,

compartimos el tiempo como una lenta bebida

hasta que todo se apaga

y sobrepasamos el atardecer

como quien da una zancada para esquivar la hoguera.

La noche nos rodea tal vez más inmensa

y en medio de su agua oscura

entiendo por fin mi tranquilidad:

existe la permanencia.

 

 

La mirada

 

Poner entre paréntesis

la belleza de este mundo

el nudo indecible que se forma

entre dos miradas

espacio secreto

donde los ruidos del mundo

olvidan de repente cómo entrar.

 

 

 

JUAN AFANADOR

 

Nació en Bogotá, Colombia, en el año 1992. Estudió Antropología con opción en Creación Literaria en la Universidad de los Andes de donde se graduó con una distinción Cum Laude. Actualmente trabaja como Asistente de Proyectos en Corpovisionarios, un centro de pensamiento y acción sin ánimo de lucro que investiga, asesora, diseña e implementa acciones para lograr cambios voluntarios de comportamientos colectivos basándose en el Enfoque de Cultura Ciudadana propuesto por el exalcalde de Bogotá Antanas Mockus. Desde el 2012 ha gestionado y participado en espacios de reflexión y creación literarias en contextos universitarios y en el 2013 participó en el Taller de Poesía Los Impresentables, ofrecido por el Ministerio de Cultura de Colombia a través de la Red Nacional de Talleres de Creación Literaria – RELATA. Poemas suyos han aparecido en las revistas colombianas REC (revista de los estudiantes de Artes y Humanidades de la Universidad de los Andes) y Cabeza de gato, así como en la revista mexicana Ombligo y en la revista Conexos. Es fundador, director y miembro del comité editorial de la revista virtual de poesía Otro páramo.



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