30. Álvaro Neil Franco
Nota y selección Miyer Fernando Pineda
La poesía de Álvaro Neil Franco refresca. No pertenece a ese estilo de verborrea efectista que atosiga. Es una poesía honesta, inocente, limpia y cristalina; no es impostada, no es producto de laboratorio, ni de ese marasmo que campea en la poesía colombiana.
Conocer su poesía es conocerlo a él. Conocerlo a través de sus poemas enseña que el envés de Kafka se encuentra en el trópico de montaña, entre ríos, guayabas y cangrejos que resguardan el secreto de los alquimistas. En sus poemas, esa búsqueda de Paul Gauguin, mientras a lo lejos la tijera definía lo que significa una amistad y arrebataba la oreja para un autorretrato.
Desde Fayad Jamís hasta Raúl Gómez Jattin. Desde el bolero y la bossa nova hasta el tango que recorrió los senderos de los Andes y se quedó a vivir en tiendas de buena muerte y galleras donde se jugaba el destino.
Álvaro Neil Franco es un catador; un refinado rastreador de poesía en tiempos en los que esa histérica forma de marketing se ha tomado los senderos que permitían a los profanos acercarse a la morada de la diosa.
A LA ORILLA DE TUS PALABRAS
Yo soy mi río, mi claro río que pasa
a tumbos en las piedras.
Eugenio Montejo
Somos un mismo olor
La guayaba floreciendo en la infancia
Una misma agua
El Moniquirá desembocando en el Suárez
Sólo que habitamos orillas diferentes
Desde la mía
tu cabello siempre será un relámpago
tu mirada un rayo que no acaba
y yo un niño que te arroja piedritas
para que no se apague el brillo de tus palabras
Tus palabras que llegan a mis días
como peces abismados de luminosidad
como anzuelos
donde empiezo a morir por el silencio
como espuma que navega
por esta soledad de arena
como un tsunami
donde únicamente sobreviven
las leyendas de los pescadores
como un oleaje de asombro
que resucita de burbujas
la lama de mis pensamientos
como un remolino de desesperación
que me arrastra por camas de hojas
donde recuerdo tu cuerpo
que todavía no conozco
Tú decides cuando puedo
acampar en tu vida.
ROLLING STONES
Con las piedras arrojadas
contra mí
he construido los muros
de mi casa.
Anise Koltz
¿Qué parte de la casa son las piedras que sostienen las puertas?, ¿El aire que no deja caer el andamio de las conversaciones?, ¿El instante en que la puerta sueña con volverse ventana?, ¿Polvo que se apea de los caminos para sumarse a nuestro polvo?, ¿Lomo azul que los niños acarician, para apaciguar el agujero que devora los días?, ¿Memoria que extraña los caballos que se fueron a viajar en la sábila? ¿Lunas del otro lado a las que los perros no dejan de batirle la cola?, ¿Celacantos danzando un traje de luces que sale bien con el silencio?, ¿Sueños redondos que sueñan eternamente en los linderos donde vive la muerte? ¡Con todo lo que son y nunca aparecen en las fotografías!
BOCACHICO MONO
Para Álvaro Franco, mi padre
Brilla todavía
en la sonrisa de mi padre
el paso del bocachico mono
el que no sabe a barro
y canta con sus labios pequeños
la soledad de los pantanos
Su palabra resbalosa
desgajada del fondo de los plátanos
inunda la mesa de la casa
con el lomo marrón del Magdalena
Cómo suda mi padre
mientras atraviesa
con sus brazos marchitos
la corriente espinosa de historias
que lo mantienen vivo
Cómo toca madera y reparte coletazos
para espantar la carne azul
donde empieza el olvido
CAMINANDO LAS CALLES DE BUKOWSKI
Un poema es una ciudad
si su vuelo es iluminado
por el agua de las cloacas
por la barba donde los indigentes
amarran el hambre y la basura
por las serenatas de piedra
que los locos
le regalan a las ventanas
por los postes fundidos de soledad
que los perros
le disputan a los borrachos
por la piel que los amantes
cuelgan de las terrazas
como banderas de una carnicería
Un poema es una ciudad
si su rostro con aretes de luna
abre las piernas a los cuchillos
que florecen en el arrabal.
CARTA AL PADRE I
Hace pocos días papá cumplió años
todavía conserva esa mirada
que huele el latido del plátano Tocaimero
y la yuca Sata
Casi siempre sale al patio
en sus calzoncillos de color ahuyama
a darle los buenos días a los gallos de pelea
Aprendió a leer vendiendo periódico
y matemáticas contando las estrellas
tartamudea pero no se le olvida
No es conocedor de Nietzsche ni de Spinoza
pero sí de sí mismo y del atardecer constante
cuando los cangrejos regresan a su piedra
-utopía de los alquimistas-
Me fascina su mercado de pulgas
cada vez que se emborracha
la escopeta de fisto que a veces acaricia
como lo haría un niño
No considero necesario decir
que lleva el pelo largo a las peluquerías
Le dicen “El Cenizo”
Leo es su signo zodiacal
y su número de suerte el 39
Papá no medita ni contempla el sol
está hecho de él
Después de tantas calles
se queda con la calle del barrio
porque le conoció la infancia.
CARTA AL PADRE II
Calzarme las alpargatas
o simplemente con los pies descalzos
ir por los caminos de herradura
a dejar la nasa en el pozo de siempre
para espinarles el alma a los nicuros
o voltearles con cebolla y tomate
la piedra a los cangrejos
Celebrar mientras regreso
el barro que trepa por mis zancas
el alumbrado público del girasol
la rocola empolvada
donde habita el grillo y la rana
que no me canso de pedir
mientras me pongo la luna en los labios
y bebo este café
humeante de estrellas
que prepara la abuela.
COMPLEMENTOS ERÓTICOS DE LA K
Para tus grandes senos blancos
mis pequeñas manos móviles
para tus sueños sin ropa
la gallardía de mi triste figura
y el yelmo de Mambrino
para tu madreperla
soy Francis Drake
Barba Roja afeitado
(cuestiones de la estética)
para el alto relieve de tu espalda
a Cristóbal Colón
le faltaron 500 años
Agustín Codazzi
se quemó con el cabo de la vela
y ya no quiso continuar
así que…
sus trazos geográficos
quedaron en mis manos
yo aún
conservo los mapas
UNA CARTA A ISABEL
Querida hija:
Por acá la casa sigue echando de menos
el olor a eucalipto de tus sahumerios
Continúa siendo agradable departir contigo
el tinto con limonero sin azúcar en la madrugada
Las calles de pueblo de mis pies
te mandan la bendición y los buenos días
como siempre
Te recuerdo saliendo adelante
cuando fuiste a la quiebra con tu venta de helados
Mientras en los amagos de lluvia recolecto la ropa
las hormigas rehacen el viaje de tus manos
en el mesón de la cocina
Los nietos que no tengo
se la pasan jugando a las escondidas
en el arco iris de los roperos
De vez en cuando llega
hasta la estación otoñal de los botones
cargada con bultos de maíz
la plancha de carbón
Aún luzco con pantalones bota de campana
(en Dacrón peso de pluma)
la figura en blanco y negro del portarretratos
Quizás me alcance la vida
para darle la vuelta al mundo
en la máquina superior de moler
De tu papá te cuento
que no deja el sombrero
ni la mandarina Arrayana
y que todavía le habla a las gallinas
Desde que te fuiste
poco a poco
nos hemos ido
quedando sin ventanas.
LA GAMBETA DEL MANÉ GARRINCHA O POEMA PARA EL PÁJARO MÁS VELOZ DEL FÚTBOL
“Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí”.
Manoel dos Santos, Garrincha
Con la pierna derecha
viajando en las nubes de la gloria
y la izquierda repartida
entre el corazón de la gente
la gambeta de Garrincha va
como una garota bailando el carnaval
vestida con la media luz de su barrio
sortea la ilusión que se asoma
en la sonrisa desdentada de los charcos
baja hasta los cabarés
donde la negrura salvaje
que alberga la voz de Elza Soares
protege los malandros
gira en Pan de Azúcar y en el Corcovado
se extiende en la bahía de Guanabara
y en la arena infinita
que inspira el oleaje
de las muchachas de Ipanema
(Reina de Copacabana
coronada por la espuma
que corre en los recuerdos
de los torcedores)
Madura estrellas
en las conversaciones de cachaza
que le dejaron los amigos
Álvaro Neil Franco Zambrano (Barbosa Santander, 1969) es licenciado en Idiomas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y magíster en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Catedrático de la Escuela de Idiomas y profesor de la Maestría en Literatura de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Poemas suyos han sido publicados en el Periódico de Poesía de la Universidad Autónoma de México (2007), en la Revista de Poesía Trilce (Chile 2012), en la Revista Casa Silva (2012), en la antología de la poesía colombiana Desde el umbral, en La Pipa de Magritte y en las Revistas Clave y Rosa Blindada de Cali. La Universidad del Valle publicó su libro La saga de los clavellinos.