Revista Latinoemerica de Poesía

Revista Latinoemerica de Poesía

post

22. Libro revisitado (Dos) La Vida Cotidiana, de Eduardo Cote Lamus



   

La Celebración del instante en ¨ La Vida Cotidiana ¨ de Eduardo Cote Lamus.

     

Por Edwin Enrique Guerrero Arias*

 

      En los treinta poemas que conforman el poemario de Eduardo Cote Lamus se habla de la experiencia de lo cotidiano. Su padre, su hermano Pedro Pablo, Silva, Julio Mario Rodríguez. En sus poemas se celebran los instantes. Al leerlo detenidamente percibimos un tono proverbial, un discurso del pasado; similar a los proverbios bíblicos de Salomón, Job, Ageo y Jeremías. Hay un ser que se encuentra con la muerte frente a frente desde su  meditación con la naturaleza. En el presente ensayo citaré fragmentos poéticos de todo el libro exponiendo la relación de sus temas fundamentales de su Poética.   

 

El tono elegiaco 

En su primer poema Elegía a mi Padre la muerte es una certeza infranqueable. Es el acto mismo visto en los trabajos duros del campo, en los actos de mayor cotidianidad: “Y se echó a morir porque sabía que de esa no pasaba / (…) Pero murió porque le vino en gana / porque tenía que hacer del otro lado junto con su mujer, la que le tuvo los días listos para su trabajo, / dulzura en la mañana, el pan servido al alcance del corazón, la ventana abierta cuando volvía hecho trigo de los campos”. (Cote, 217)[i] El tono elegiaco es hablar del dolor que ya no se escucha. El rito del sepelio asume su influencia desde Silva y Cote habla de ese momento que supera al propio cuerpo. En los velorios se hace el ambiente y la representación de la muerte,  desde dos perspectivas la humana y la divina. Existe una relación directa con el tiempo, percibimos una nostalgia, un paso por la vida, un nombramiento imprescindible lleno de sentido por los actos   

 

Palabra de estación. 

En un poema dedicado a Julio Mario, puede explicarse la palabra de estación, concepto clave en el proceso escritural de Cote Lamus. Se habla de la muerte representada en la estación de otoño, todas las demás son dirigidas por ella durante todo el poemario. La vida que es la primavera, es sorprendida por ésta época particular. Las estaciones son acompañadas por el invierno y el verano siempre sujeto a ese largo otoño. Las palabra de estación consisten en poner dentro de la creación poética, el sentido de las edades de la vida,  una conversación con la naturaleza, observemos esto con precisión, en un poema posterior, vuelta a la soledad: “En soledad los vientos son más largos / y callados. Las hojas del otoño que vendrá, / nada más, es lo que arrastran.” (Cote, 243). En la muerte de un amigo, texto siguiente, identificamos el  silencio de la muerte, el hombre está en la vida  y regresa a sus actos, lo hecho es  la huella en la cotidianidad. La celebración ha pasado del concepto a la palabra poética en el instante. El último texto de este apartado: An Der Gewenheit habla de la presencia total de la muerte por la guerra en las ciudades, involucrando la estación del otoño. Refiere el gran pasado de la humanidad. En Berlín solo se veía el pasado contenido en las devastaciones y en los escombros. Vienen antiguas palabras vividas en las hostilidades. Se ve la génesis de lo urbano. Cote Lamus utiliza el sentido de los sueños para que la vida no sea solamente una ilusión. El transcurrir en este poema no se hace de un instante hacia adelante sino que retorna a lo que éramos, a buscar nuestro gran pasado en los escombros.   

 

El hombre cotidiano es silencio y soledad esencial  en el instante. 

En el segundo apartado del poemario, ¨Ocasión de Silencio¨ se desarrollan completamente los tipos del silencio y la soledad esencial en la escritura de Cote Lamus. Son elementos imprescindibles, constituyen el camino hacia la poesía y se relacionan con las experiencias del hombre sin quedarse en la contemplación del vivir. Pertenecen a la vida, están en la <fuente> de la cual habla Cote en el poema que da nombre al libro: “(…) somos la fuente que se queda: el agua, quiero decir la vida, pasa” (Cote, 235). Somos huella, el río de la vida pasa y  el hombre es el transcurrir en el tiempo, lucha por vivir abriéndose paso por la pesadez de lo  tradicional. A través de la poesía el hombre recupera los actos de lo pasado, de lo vivido, los trae al instante para dejar vestigios. La escritura deja atrás el yo personal y pasa al ser en movimiento. Se vive para escribir y se poetiza para mantener la vida. El instante trae a la vida cotidiana el gran recuerdo que somos. Tenerlo frente a nosotros nos hace pensar que la humanidad es finita, percibimos las cosas que no tienen cambio, entendemos que la felicidad de la vida, tiene un espíritu que aviva los instantes. Los actos llegan a ser las estampas más notorias del ser; pero necesitan ser renovados El libro es una afirmación total del tiempo, se mira la vida como una aurora capaz de sobrellevar el peso de los días, inventando de nuevo el hábito, manteniendo la poesía para no ser simples criaturas en el ambiente de la muerteEste es el gran alcance de Cote Lamus, cuestionar al hombre en su actividad y diligencia, examinarlo en el instante de la vida y en su curso. El poema ¨La boca oscura¨identificamos un recorrido que se comprende ahora desde la naturaleza y el tiempo de las dos estaciones: primavera y otoño. En estos periodos de la vida hay una explicación sencilla del transcurrir y su permanente confrontación  del  pasado con lo instantáneo. La primavera es ahora un largo otoño, interminable, desprovisto de toda renovación, aludiendo a ese silencio y soledad esencial: “En cada viento llega una palabra, / igual que cada sueño tiene un nombre; / y el movimiento de la primavera, / con su viaje de vuelta en el otoño, / deja atrás un lenguaje que ella olvida”. (Cote, 242). No se conoce aquí toda la ocasión de silencio, queda solo el deseo del canto y la poesía es la única capaz de expresar el vivir del espíritu: Las hojas son los actos y el viento es el tiempo, relaciones simétricas de significación entra vida y poesía. La función del instante consiste en componer los actos cotidianos de ese reiterativo recuerdo.  

 

 La influencia de Jorge Gaitán Durán en la Poesía de lo Cotidiano. 

Cote Lamus relaciona el tema del amor con el silencio y la soledad esencial, utiliza la  descripción, el carácter  reflexivo y de elegía que caracterizó a los Escritores del Grupo        ¨ Mito¨. Gaitán Durán  dejaría claro en su poema  ¨ Los cuerpos se juntan¨, esta relación del amor y la muerte. El hombre en su cotidianidad ama y muere  en el instante.  El eros es un aspecto de encuentro entre los dos poetas. El amor es  la única fuerza que salva la existencia, el instante ilumina las estaciones de la vida aunque con la permanente dificultad de no tener una completa libertad en medio de los días. El tratamiento de este tema en Cote es una mezcla de lo erótico (deseo del cuerpo) y lo filial (la entrega). Muerte y amor son cercanos, hay una experiencia de  entrega, y una experiencia trágica en el lugar de la soledad.  El amor erótico se logra por la influencia de Gaitán Durán, y lo filial por la concepción cristiana presente en las reflexiones sobre la poesía española que hiciera Cote Lamus. Cote Lamus y Gaitán Durán hablarán constantemente de tres temas cruciales en toda la literatura, la muerte, el eros y la creencia. El sentido de  estas relaciones están en la vida cotidiana desde su parte más notoria, los días, el instante, los actos, la  soledad y el silencio. El Eros es una luz y una sombra en Cote. Leamos el poema  ¨La vida en vano¨ para percibir el tratamiento del tema: “Siempre fue el amor como el comienzo de otoño, / el profundo labrarse del hombre como piedra en el agua, / como cuchilla en la piedra, el ir preparando día tras día, sin saberlo, / el hallazgo de un sueño: entonces yo puse cuerdas al sueño y sonó como un arpa¨ (Cote, 255). Se continúa comparando el eros con las duras escenas de la vida, es el inicio de otoño, no se llega a su caducidad tan abruptamente como la muerte avara, pensemos  en los presos que al darse cuenta del pasar del tiempo sienten la vejez, buscan ese amor de entrega. Vale destacar la función figurada de dos animales: La golondrina y el ruiseñor, símbolos de la enrancia y el cantar. Se  vive en una búsqueda y en una espera, la vida cotidiana estará en una permanente pesquisa y afirmación de la finitud del hombre, rescatada por la convicción del amar.   

 

El movimiento del ser en el instante. 

Los cinco poemas siguientes referirán la presencia de la muerte y el amor en lo cotidiano. La estación perenne es una metáfora inquietante sobre lo erótico  enfrentado con la muerte, el cuerpo de la amada es un mundo hecho poesía. Todas las estaciones son el amor, se recorren en el acto: primavera, invierno, verano, otoño. La mujer es agua, fuego, vegetación y frutos.  Aquí los dos seres perciben el límite entre la vida y la muerte: “Tu cuerpo desnudo brilla como un relámpago, / como antes bajo mis manos (…) Somos un cuerpo solo luchando contra la muerte.” (Cote, 265) En el poema que se titula La muerte situamos las tres frecuencias de ese momento: el pensar, el acto y el ambiente en relación con la celebración del instante. Blanchot y el trabajo de aceptar la muerte se corresponden,  Rilke y su posibilidad de morir confirma esa relación con el tema. Se verifica la concepción de la muerte concreta, situación del hombre actual que no haya salida a la confusa modernidad. La muerte con todos los atributos se hace poesía, es  encuentro con el ser y aceptación de esa corta desaparición en la cotidianidad. Para Cote Lamus la muerte se vive, no se le tiene miedo porque está en la vida misma. El poeta conversa con Tomas Vargas Osorio, poeta Santandereano: “Vengo de la Comarca de la Muerte / donde el rostro de Dios iluminado/ se reflejó en mi corazón suspenso/ por yelo y fuego suyos rescatado” (Vargas, Tomás, 46). Comprendamos en nuestra corta humanidad que la muerte eterna, caiga de la vida como un péndulo, dejarla pasar libre por el mundo, usándola para volver a ser siempre en los instantes, sin impacientarse por su llegada ruda y trágica, digamos las palabras en lo cotidiano para no quedar en el olvido que tiene la muerte en sí misma. Cote Lamus escribía poesía de la vida cotidiana. Su poesía interesa porque confronta la palabra del hombre y sus deseos más profundos. Las temáticas  de la soledad y el silencio que el poeta relacionó directamente con el amor y el sentido de su vida; concluyen el poemario. Divinidad y humanidad, dos dimensiones presentes, lugares absolutamente diferentes que conversan en el tono elegiaco. “¿Cómo el agua tan clara, tan perfecta / en la gota que baja transparente / por las hojas, o el río como un perro / que lame día a día su soporte, / puede hacerse de pronto su enemiga?/ Su reino, la verdad, es muy distinto”. (Cote, 271) Se buscan esa divinidad perdida, se llama al Dios en el que Cote creía y que ahora se ve lejos, en las palabras del olvido. En el texto se percibe el padecer del hombre moderno que no tiene paz en ningún acto cotidiano y donde su voluntad es muy variable. El libro termina con un poema totalizador, epilogal y completamente dedicado al tiempo:   ¨ El acto y la palabra que lo nombra ¨. Sus versos son un testimonio del vivir, escrito en elegía, es la certeza del instante vivido, un gran himno del pasado en lo cotidiano. El tiempo muestra la historia de un hombre, quedó la poesía como testimonio del encuentro y el sentido de esa existencia, el movimiento de su alma fue la evidencia de los ritmos del ser en el mundo. Es sin repeticiones ni lugares comunes,  la historia de la vida cotidiana. Eduardo Cote Lamus fue el  poeta de la palabra sin regreso, un mensajero del tiempo, de la guerra  y de la divinidad,  quiso comprender el sentido de la muerte por la escritura, atravesó la soledad y el silencio. Su poderosa palabra logró hacerlo profeta del lenguaje. Eduardo reúne en este poema, la voluntad del hombre y su padecer, la elección dentro del destino humano, la libertad y sus límites, la meditación del existir, sus contradicciones y sus sueños: “De la manera como el árbol es la medida del tiempo y de los vientos en la selva, / la vida llena el sueño de hermosos menesteres, / los terribles y decisivos pasos que no tienen regreso. / Sí, fue entonces, sí, entonces cuando volvió los ojos y se vio testimonio del tiempo y su destino”. (Cote, 276) Los temas referidos en los poemas estudiados pertenecen a ese profundo movimiento del ser, a esa vida cotidiana concreta que día tras día tenemos, y a la cual le encontramos sentido en tanto somos, decimos, amamos, escribimos, estamos solos, callados;  y sobre todo, vivos en el instante. Hay que escribirla desde el equilibrio más profundo, en los deseos que son  finalmente actos.  

***

 


[i] Los fragmentos de los poemas citados en adelante, son tomados de Obra completa Eduardo Cote LamusEdición Casa de Poesía Silva, Bogotá. 2005.  

***

  *Edwin Enrique Guerrero Arias. Bogotá. 1981. Profesional en Estudios Literarios, Universidad Javeriana, fue librero en el Centro Cultural Gabriel García Márquez. Su tesis de grado se titula: ¨La celebración del  instante en ¨ La vida Cotidiana ¨ de Eduardo Cote Lamus. ¨Ritmo de Viento¨  es su primer libro de poemas aun inédito. Es Bibliotecario Escolar y Promotor de lectura en la Secretaría de Educación Distrital.    


Nuestras Redes