Revista Latinoemerica de Poesía

Revista Latinoemerica de Poesía

post

78. Andrea Cabel



 

Andrea Cabel (Lima, 1982) destaca como una de las poetas de la generación del 2000 más conocidas y una de las voces más consolidadas. A decir del poeta Raúl Zurita, quien hizo el prólogo al poemario “Las falsas actitudes del agua”, este poemario: “Es uno de los libros más reveladores de la reciente poesía latinoamericana por su rigor, su sentido de la estructura, y su indagación en las formas”. Para Róger Santivañez, “Andrea Cabel posee el don; podemos decir de ella, lo que Ezra Pound dijo de Rimbaud: a vivid and indubitable genius”. Y para Carlos German Belli, la poeta ha “logrado enseñorearse de un determinado estilo, que ella lo repliega según su voluntad”. Mientras que para Ricardo Gonzalez Vigil, la poesía de Andrea Cabel “posee un rigor verbal (que no sofoca su carga soterrada, sino que la expande tejiendo contagios semánticos múltiples) que sitúa a Cabel, más bien, en la estela del expresionismo, “Trilce” de Vallejo y el dinamitero Beckett”

 

 

 


(INÉDITO)

La civilización de los niños crecidos

Mi padre colecciona cartas ajenas. Correspondencias de gente muerta.
Lee párrafos que no son suyos y los agrupa como si fueran versos galopantes de estrellas, praderas inmensas de cristal roto. Mi padre: esta mala noticia que no espera. Este dolor de dientes que olvidan. Cuántas veces los dígitos de tus manos fueron espinas en la niñez de cualquier hombre caído. Como los árboles de mi cuerpo cuando cantan un abismo, papá, pensando en el nombre que destila un voraz martirio. Nos han dejado solos. Como lagartijas en caída libre tras un trueno. Nos han dejado solos, desgraciadamente, solos.
Aunque eras tú la imagen de esos minutos que caían por la ventana, y que parecían humo junto a la lluvia en algún país deshabitado. Respirabas entonces con media aorta cosida. Sin mentiras, papá,
es testigo un sorbo de agua,
un rumor oscuro.

 

 

 

 

A dónde Volver. Paroxismo: Pittsburgh, 2016.

 

Três da Madrugada on Andy’s Warhol bridge

Hoy copié tres libros enteros.
Tres libros del ancho de un arroz e intensos como tu recuerdo.
Los copié esperando la eternidad: tu cuerpo en el sillón verde,
                                                                           tus pies vestidos de colores,
                                                                           o tus manos comiendo galletas,
Copié sin parar y no apareciste en ningún lugar,
ni aun tu sonrisa apareció
Ni aun tu cuerpo cuando contenías al mundo
Y me contradecías y me derrumbabas en esa página o en la otra.
He copiado más, unas tras otras, más páginas, imitándote en el mismo lugar,
Y he intentado cantar en otro idioma sobre el puente que nos llevaba a la casa del león
A la casa altísima de las nubes metálicas
¿Recuerdas las nubes que flotaban alargadas sobre la fuente?
¿Recuerdas el arco iris entre los chispazos de agua del Punto?
Te he buscado en la casa de Andy, donde el pensamiento parece música
Donde hay todavía imágenes nuestras grabadas en una que otra cámara

He ido a recoger una visión que me encienda,
y he dejado el silencio amontonado en el suelo
Borrando el camino de regreso
Borrando el principio y el final,
Borrándolo todo para quedarme ahí, en la sala de las nubes, acorralada por el león,
Mirando las fotos de los gatos dibujados que le hubieran gustado a Gracia, mirando como estiras tus piernas en el extenso sofá purpura mientras muerdes un pan con queso.
Todo el día de hoy es madrugada: mi sangre, el tiempo, la forma como pesa tu ausencia,
mi boca desollada interrumpiendo el poema que escribo.
Todo el día de hoy es madrugada y mientras logre ver reflejos en el río, mientras logre recoger este aprendizaje, podré vaciar este cuerpo que me ocupa.

 

 

 

Howard in Waterworks

La piel del departamento se deshoja
Cae como juguetes sobre las manos de alguien que no sabe jugar.
El terreno se desliza, se apoya en el aire,
Y me enciendo y me apago, como una bomba o un sueño
Seis bolsas de ropa, cables, plásticos para las ventanas, seis bolsas con cosas nuestras que no cambian como cambiamos nosotras
Entre la lluvia y la muerte he vendido nuestras cosas,
vendí por ejemplo, nuestras conexiones a distancia,
y nuestros platos. Vendí también mi escritorio, donde me sentaba a dibujar el azar, vendí el sofá que no conociste y el aire de la enredadera que sembré en mi cabeza.
Conservo zapatillas que nunca has visto, capaces de correr hasta donde tu nombre no existe, conservo poesía vertical, horizontal, poesía que se adapta al movimiento del agua en la pileta del punto
del punto aquel que intersecta nuestros tres ríos.
He subido en el rojo setentaycinco para buscar peces y monedas. He subido para vender y comprar todas las cosas que eran nuestras y ahora son de nadie. He subido, y no has estado en ninguna parada, te he buscado en otros idiomas y he arañado la fuente, el agua, he visto como un oso proyecta la sombra del día en una metáfora mal escrita. Y he olvidado todas tus frases, toda tu luz encendida cuando abres el cielo frente a Waterworks.
He olvidado la forma aérea de tu cuerpo cuando me abandonas,
Y comienzo a morder la distancia de esta palabra suspendida
y el futuro de mis ojos que se cierran.

 

 

 

 


“El dominical”. Suplemento de El comercio. Lima: diciembre, 2015


Lyrica 500 mg.

Era un día de tantas lyricas,
uno con luces en el cielo y sonidos comiéndose al mar
Yo hubiera querido ser una ventana
o una letra escribiendo tu nombre en cualquier pared.
Hubiera querido ser tantas cosas,
Y solo fui esta palidez inexplicable

Este supuesto vientre sosteniendo el tendón de tu dedo meñique
Esta supuesta llamada a media noche esperando tus dientes callados.
Mientras no estás, las casas en Craig se llenan de copos morados de papel,
Copos que miran tus botas rojas
Tus botas rotas pisando el frío
pisando el día que amanece al otro año
con velas y maullidos dispersos, con papeles impresos que dicen cualquier cosa.

-Tu boca y tu nariz: espacios intersectándose imprecisamente-

Quería darte la sombra de este objeto

La boca de este ojo que estalla,

el cielo de este animal que te ha buscado
que se ha peinado con saliva
y que soñando con algún silbido
ha cruzado esa pista gigante, sin luz, esta pista que lleva al fin del mundo,
por donde las setentayunos as y ces, desprenden su pulpa para quemar un sueño

 

 

 

 

Revista Crítica. México D. F: Universidad de Puebla, 2013.


[En breve cárcel]


Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda

Invades el camino,
De punta a punta,

Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio

Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
Esta voluntad donde pende una línea
Como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.

Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada

mírame frágil

sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
comoun colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero

inválido.

 

 

 

 

“Uno rojo” PUCP. Lima: 2010


el once

los padres no existen, son viejas armas de guerra, excusas falsas para evadir la sensación de estar solos. los aeropuertos repletos de gente, las ventanas abiertas gritando corrientes infinitas de aire. un estómago que corre y se sostiene apenas, grita y gime escondido en sí mismo. no te vayas nunca, no te vayas nunca. un estómago que araña su textura, su manía de latir hacia el cielo. la inmensa bóveda de soledad se abre en dos, en tres, no te vayas nunca, me quedo contigo, la cama se hace dos veces ella, no te vayas nunca. once veces caminaré la misma vereda roja, roja de azúcar y distancia

 

 

 

 

 

Las falsas actitudes del agua (Lima: Ed. Mesa Redonda: 2007)

 

[currahee]

éramos una guerra de espejos,
doce millas de ancho por doce de largo.
la simetría de dos muertos encendidos de golpe
prendiendo las luces en el abandono de la noche,
buscando los pozos de los abuelos,
la muñeca que era la hija.
los ojos que siguen mirando desde la cama,
las grietas de todas las paredes.
el paraíso,
una isla de tierra roja abierta en dos que mira al agua salada.
un conjunto de esqueletos frente al paisaje de la plaza,
un centro duro de luz
de animales verdes y amarillos empozando las medias lunas,
la navegación de los peces,
el soplo de las arañas junto a la flor que mira al techo.
nadie extraña el mediodía, la altura de los rostros.
no hay distancia desde los huesos,
nadie suspende la caída
y el mundo es esta tarde que combate,
que solo mide desde este corazón,
el cansancio que trae la sed,
la implosión de las cucharas que lo ven todo desde aquí arriba.

 

 

 

Tu habitación morada en Pueblo Libre

Como la última luz de esta hebra que nace de mi mano abierta,
Recuerdo tu espacio,
Con sus puertas abiertas y cerradas
Con carteles de letras furiosas
Con una red y una espada,
con un balón que mata la ausencia de una paloma retozando
Como la voz de una ambulancia que socorre la madrugada
Recuerdo las células de tu rostro cuando tenías frío,
Cuando tocabas las paredes con la punta de tus manos,
Esperando los maullidos o una letra ambizurda provocándote algo,
Algo, una mirada, un silencio.
Un beso de vaca en medio de las flores y del sol, algo.
Encuéntrame ahora, en ese espacio donde guardas agua,
donde guardas maletas y viajes, donde me guardas en alguna pared, en algún olvido

Mírame a lo lejos como yo te miro desde este lugar en el que me visto como tu

En el que coso mis dientes, mis ojos y camino en equilibrio
Como lo haces tú entre tus dos curvas.
Ese reino de tus dos ojos inmensos que gotean
Esa bóveda que busca crecer en otra parte,
esa herida que no alcanza a ver su fondo, y que se adelgaza
Y que rasguña y germina,
Esa es tu caja, dentro de mil otras cajas.
Tu caja fuerte,
Esa es tu habitación morada en pueblo libre.
Ese es el lugar donde puedo oler el sabor dulce de tu alma.

 

 

 

 

Albúmina

todas las rosas a oscuras,
la primavera en forma de pájaro.
tu cuerpo y los anteojos,
un decilitro de voz que no me pide nada;
el piano de otras manos que se abre y se sume buscándote un rostro,
armando los trozos que componen núcleos tristemente dispersos
para salvarte sin salida, brillando amarillo
conociendo mis intestinos, mi cadena umbilical
tratándose en todo caso, de esta música que merodea.
siendo curiosamente leche de los ojos que brota llorando
y todas las ciénagas plagadas de agua, pensando en ti mamá.
como las películas de colores,
las posadas del plasma que flotan siendo una metáfora de loto y guirnalda.
el mar entero encerrado en tus ojos, / en tu silueta que digiere sombra,
que conjuga las sierpes y los muros.

 

 

 


Andrea Cabel García. Doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh. Escribe artículos de crítica literaria y de periodismo cultural en diversos medios. Ha obtenido prestigiosas becas a la investigación y trabajo de campo en la Amazonía peruana. En el ámbito poético, Andrea ha publicado cuatro poemarios: “Las falsas actitudes del agua” (Lima: 2006, 2007; México DF. 2014) “Uno rojo” (PUCP, Colección Underwood, Lima: 2011, 2012); “Latitud de Fuego” (Lima, 2011) y “A dónde volver. Poemas ’reunidos’” (Pittsburgh, PA; México DF; 2016).

 

 



Nuestras Redes