Revista Latinoemerica de Poesía

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Hugo Ball



 

Nota y selección de Alejandro Cortés González 

 

El 5 de febrero se cumplen cien años de la inauguración del Cabaret Voltaire en Zúrich. Lugar que en 1916 el poeta y actor alemán Hugo Ball abrió para reuniones poéticas, políticas y musicales, en las que se fue formando el germen del Dadaísmo. Pronto se unieron Tristan Tzara, Marcel Janco, Richard Huelsenbeck y Jean Arp, de modo que el 14 de julio del mismo año, Ball presentó el Manifiesto inaugural de la primera velada Dadá, consolidando, oficialmente, el nacimiento del Dadaísmo.

 

Dicho manifiesto es un texto Dadá que plantea al Dadaísmo como una reacción contra la eternidad de los principios, la inmovilidad del pensamiento y la pureza de los conceptos, a través del absurdo, la irracionalidad, la inmediatez y el azar… Una provocación a los valores sociales y estéticos establecidos, que Tristan Tzara tuvo en cuenta en 1918 para escribir los Siete Manifiestos Dadá.

 

El intento más decidido por lograr esta quebradura de pensamiento ocurrió también en 1916, cuando Hugo Ball dio a conocer ante el público del Cabaret Voltaire el primer poema fonético de la historia del Dadaísmo: “Karawane”, lleno de fonemas e interjecciones sin significado conocido. Otro de sus poemas fonéticos, “Gadji beri bimba”, fue adaptado a la canción “I zimbra” de la banda de rock Talking Head, en 1979.

 

Así pues, la presente muestra de poemas de Hugo Ball, fonéticos y no fonéticos, al igual que el Manifiesto inaugural de la primera velada Dadá, dan fe de una ruptura semántica donde suena casi limpio el cascarón de las palabras. Sin duda, una de las más inhóspitas musicalidades del siglo XX.

 

 

 

Karawane (Caravana)

 

jolifanto bambla o falli bambla
großgiga m’pfa habla horem
egiga goramen
higo bloiko russula huju
hollaka hollala
anlogo bung
blago bung blago bung
bosso fataka
ü üü ü
schampa wulla wussa olobo
hej tatta gorem
eschige zunbada
wulubu ssubudu uluwu ssubudu
tumba ba-umf
kusa gauma
ba-umf

 

 

El verdugo

 

Te pongo a rodar sobre tus rojos manteles.
Pongo manos a la obra: radiante como un maestro carnicero.
Los bancos y las mesas como cuchillos relampagueantes
el enano de la sífilis husmea en los sartenes llenos de cola y jalea.

 

Tu cuerpo es retorcido esplendoroso y brilla como la luna amarilla
tus ojos son pequeñas lunas lascivas
tu boca revienta voluptuosa en la miseria de las judías
tus manos una caracola, que vive en los jardines rojo sangre llenos de uvas y rosas

 

¡Ayuda, Santa María! ¡Brotaron de tu cuerpo los frutos
oh santísima! Me escurre fuego ardiente por las piernas.
Mi pelo una tormenta, mi cerebro la yesca
mis dedos diez ávidos clavos de carpintero
que clavo en los fetiches de la cristiandad.

 

Cuando tu grito de dolor dinamitó fuera del pino tus dientes
bajó un bullicio de oro por entre las vigas del cielo.
Una hostia gigante huía y se detuvo entre montañas de rosas
borboteaba un aleluya entre los miembros de apóstoles y pastores.

 

Entonces danzaban hombres y rameras desnudos en éxtasis desquiciado
paganos, turcos, cafres y moros sobre todo
se disiparon los ángeles del círculo terrestre
y llevaron oscuridad y suplicio en un platón centelleante
No había ningún capullo materno, ningún ojo inyectado de sangre y sin esperanza
cada alma se abría a la infancia y al milagro.

 

 

Gadji beri bimba

 

gadji beri bimba glandridi laula lonni cadori
gadjama gramma berida bimbala glandri galassassa laulitalomini
gadji berl bin blassa glassala laula lonni cadorsu sassala bim
gadjama tuffm i zimzalla binban gligla wowolimai bin beri ban
o katalominai rhinozerossola hopsamen laulitalomini hoooo
gadjama rhinozerossola hopsamen
bluku terullala blaulala loooo

 

zimzim urullala zimzim urullala zimzim zanzibar zimzalla zam
elifantolim brussala bulomen brussala bulomen tromtata
velo da bang bang affalo purzamai affalo purzamal lengado tor
gadjama bimbalo glandridi glassala zingtata pimpalo ögrögöööö
viola laxato viola zimbrabim viola uli paluji malooo

 

tuffm im zimbrabim negramai bumbalo negramai bumbalo tuffm i zim
gadjama bimbala oo beri gadjama gaga di gadjama affalo pinx
gaga di bumbalo bumbalo gadjamen
gaga di bling blong
gaga blung

 

 

El sol

 

Entre mis párpados avanza un carrito de niño.
Entre mis párpados va un hombre con un caniche.
Un grupo de árboles se torna un fajo de serpientes y silba por el cielo.
Una piedra sostiene una charla. Árboles en fuego verde. Islas flotantes.
Temblor y tintineo de conchas y cabeza de pescado como en el fondo del mar.

 

Mis piernas se extienden hasta el horizonte. Cruje una carroza
muy a lo lejos. Mis botas sobresalen por encima el horizonte como torres
de una ciudad que se hunde. Soy el gigante Goliat. Queso de cabra digiero.
Soy un ternerito de mamut. Me olfatean los verdes erizos de pasto.
La hierba tiende sables y puentes y arcoíris verdes sobre mi barriga.

 

Mis orejas son conchas gigantes rosadas, bien abiertas. Mi cuerpo se hincha
con los ruidos que quedaron presos adentro.
Escucho los balidos
del inmenso Pan. Escucho la música bermeja del sol. Él permanece arriba
a la izquierda. Bermellón caen sus rasgones hacia la noche del mundo.
Cuando desciende aplasta la ciudad y las torres de la iglesia
y todos los jardines colmados de crocus y jacintos, y habrá un sonido semejante
a las tonterías que disparan las trompetas de niños.

 

Pero hay en el aire un ventarrón de púrpura, yema de amarillo
y verde botella. Bamboleos, que un puño naranja aferra en largos hilos,
y un cantar de cuellos de ave que retozan por las ramas.
Un andamiaje muy tierno de banderas infantiles.

 

Mañana el sol será cargado en un vehículo de ruedas enormes
y conducido a la galería de arte Caspari. Un negro cabeza de toro
con la nuca abultada, nariz chata y paso amplio, llevará cincuenta
asnos blancos y chispeantes, que tiran del carro en la construcción de las pirámides.
Se agolparán muchos países de colores sanguíneos.
Nanas y nodrizas,
enfermos en ascensores, una grulla con zancos, dos bailarinas de San Vito.
Un señor con corbata de moño de seda y un guardia de rojos olores.

 

No puedo sostenerme: estoy lleno de dicha. Los marcos de las ventanas
revientan. Cuelga una niñera de una ventana hasta el ombligo.
No puedo ayudarme: los domos se revientan con fugas de los órganos. Quiero
crear un nuevo sol. Quiero chocar los dos uno con otro
cual cimbales y alcanzarle la mano a mi dama. Nos esfumaremos
en una litera violeta sobre los techos de nuestra ciudad solamarilla
cual pantallas de papel de seda en la ventisca.

 

 

La tentación de San Antonio

 

Los nervios de mi cuerpo se alzan como campos de espinas,

Campos sangrantes de lapas y zarzas de nudos.

Mi médula entona una misa roja de efebos tonos de fístula.

En el canal de mi médula borbotan deslaves de cerros y piedras inquietas.

Mi cabeza cuelga hacia adelante llena de sangre.

Ralo cabello verde sabandija sobre el cráneo se elonga.

 

Muros torcidos, casas torcidas.

Hordas de tábanos silban y destellan por el cuarto.

Los muros recibieron las pústulas y se desmenuzan.

Doctores con altos gorros rodean la enfermedad y la cubren con vendajes.

Ocho yardas sobre la puerta está el fantasma de la peste con cascabeles.

Tomo impulso para el golpe. ¡Ayuda! No ablanda. Una nube amarilla.

Gritos al cielo. ¡Demencia! ¡Demencia!

 

Vuelan ciudades escarlatina. Verdes oasis. Hilos de luz. Soles de negro traqueteo.

El suelo vibra. Se hunde una cubierta verde.

»¡Ahí está él!« Me amordazan, muecas de negro, rodilla en mi peritoneo.

Cuerpos humanos, apretados sobre el suelo, huyen y saltan

Desnudos y enérgicos, con vibrante contoneo de sierpe en los pasillos.

Un silbido de cien mil sirenas de vapor brama sobre los puertos.

Tipos con varas de bambú sobre y a través de plazas y torres.

Desbandadas. Machacones. El aire supura. Revienta la luz. Estrellas fijas perdidas en cuarteles.

 

Y siempre el golpear de los gritos, desde abajo, como de calderas infernales.

Y siempre el verdigrana, rubíamarillo estruendo en zigzag voluptuoso.

Mis manos rebeldes se aferran a una columna del templo.

Alguien vocifera: ¡Obscenidad! Otros saltan de la sien de las ventanas.

El estallido desgarra ciudades enteras. Los monjes budistas en sillas de loto,

arriba a la izquierda, regordetes e hinchados, abuelos de la apatía,

Ríen y se abanican y giran la panza, aquí y allá con manos castigadas

y estallan de alegría craneal llena de arrugas.

 

 

 

Danza de la muerte, 1916

 

Así perecemos, así perecemos,

todos los días perecemos,

pues es muy cómodo dejarse morir.

De mañana todavía entre sueño y sueño,

Más allá a mediodía.

De noche en lo más hondo de la tumba.

 

La guerra es nuestro burdel.

Nuestro sol es de sangre.

La muerte es nuestro símbolo y eslogan.

Niño y hembra abandonamos

¿En qué nos conciernen?

Pues ahora es posible

Tan solo abandonarnos a nosotros.

 

Así asesinamos, así asesinamos.

todos los días lapidamos

colegas nuestros en la danza de la muerte.

Álzate hermano ante mí,

¡Hermano, tu pecho!

Hermano que debes caer y morir.

 

No ruñimos, no gruñimos.

Todos los días nos callamos,

Hasta que el hueso ilíaco gira en su juntura.

Duro es nuestro lecho,

Duro nuestro pan.

Inmundo y sangriento el Dios adorado.

 

 

 

Manifiesto inaugural de la primera velada Dadá

(Hugo Ball, 1916)

 

Dada es una nueva tendencia en el arte. Uno puede decir esto desde el hecho de que hasta ahora nadie sabía nada al respecto, y mañana todo el mundo en Zurich hablará de ello. Dada viene del diccionario. Es terriblemente sencillo. En francés significa "caballo de juguete". En alemán significa "adiós", "¡Deja de molestarme!", "Te veré en algún momento". En rumano: "Sí, de hecho, tienes razón, eso es todo. Pero por supuesto, sí, definitivamente, correcto”. Etcétera.

 

Una palabra internacional. Sólo una palabra, y la palabra un movimiento. Muy fácil de entender. Muy terriblemente sencillo. Para hacer de ella una tendencia artística debe significar que se está anticipando complicaciones. Dada psicología, Dada Alemania indigestión y la niebla paroxismo, Dada literatura, Dada burguesía, y ustedes mismos, poetas homenajeados, que siempre están escribiendo con palabras pero nunca escriben con la palabra en sí, que siempre están escribiendo alrededor del punto real. Dada guerra mundial sin fin, Dada revolución sin comienzo, Dada, ustedes, amigos y también poetas, señores estimados, fabricantes, y evangelistas. Dada Tzara, Dada Huelsenbeck, Dada soy dada, Dada soy dada mhm, dada dera dada, dada Hue, dada Tza.

 

¿Cómo se puede alcanzar la felicidad eterna? Diciendo Dada. ¿Cómo se llega a ser famoso? Diciendo Dada. Con un noble gesto y delicado decoro. Hasta que uno se vuelve loco. Hasta que uno pierde la conciencia. ¿Cómo puede uno deshacerse de todo lo que huela a periodismo, gusanos, todo lo bueno y correcto, de miras estrechas, moralista, europeizado, enervado? Diciendo Dada. Dada es el alma del mundo, Dada es la casa de empeño. Dada es el mejor jabón de leche de lirio del mundo. Dada Sr. Rubiner, Dada Sr. Korrodi. Dada Sr. Anastasio Lilienstein. En lenguaje llano: la hospitalidad de los suizos es algo que debe ser profundamente apreciado. Y en cuestiones de estética la clave es la calidad.

 

Voy a estar leyendo poemas que están destinados a prescindir de lenguaje convencional, nada menos. Dada Johann Fuchsgang Goethe. Dada Stendhal. Dada Dalai Lama, Buda, Biblia y Nietzsche. Dada soy Dada. Dada mhm dada da. Es una cuestión de conexiones y de aflojar un poco para comenzar. No quiero palabras que otros han inventado. Todas las palabras son invenciones de otras personas. Quiero mis propias cosas, mi propio ritmo, y vocales y consonantes también, acoplando el ritmo y todo lo mío. Si esta pulsación es de siete yardas de largo, quiero para ella palabras de siete yardas. Las palabras del Sr. Schulz son sólo dos centímetros y medio.

 

Servirá para mostrar cuán articulado viene el lenguaje a ser. Dejé que las vocales dieran vueltas por ahí. Dejé que las vocales simplemente ocurrieran, como maullidos de gato… Las palabras emergen, hombros de palabras, piernas, brazos, manos de palabras. Au, oi, uh. No hay que dejar demasiadas palabras fuera. Una línea de poesía es una oportunidad para deshacerse de toda la suciedad que se adhiere a este lenguaje maldito, como si lo hubieran puesto allí las manos de corredores de bolsa, manos desgastadas por monedas. Quiero la palabra donde termina y comienza. Dada es el corazón de las palabras.

 

Cada cosa tiene su palabra, pero la palabra se ha convertido en una cosa por sí misma. ¿Por qué no la puedo encontrar? ¿Por qué no puede un árbol llamarse Pluplusch, y Pluplubasch cuando está lloviendo? La palabra, la palabra, la palabra fuera de tu dominio, tu asfixia, esta impotencia ridícula, tu petulancia estupenda, fuera de todo el psitacismo de tu obviedad ilimitada. La palabra, señores, es una preocupación pública de primera importancia.

 

 

 

 

HUGO BALL

 

Nació en Pirmasens, antiguo imperio alemán. Estudió sociología y filosofía en las universidades de Múnich y Heidelberg. En 1910 se trasladó a Berlín con la intención de convertirse en actor; allí se unió a la compañía de Max Reinhardt. Tres años después conoció a la actriz y poeta Emmy Hennings, quien después se convertiría en su esposa.

 

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial trató de unirse al ejército alemán como voluntario, pero fue rechazado por razones médicas. Tras presenciar la invasión de Alemania a Bélgica, dijo: «La guerra se basa en un error evidente, los renegados se han confundido con las máquinas». Fue acusado de traición a la país, entonces cruzó con su esposa la frontera alemana hasta Zúrich, donde retomó el interés por el anarquismo y tradujo algunas obras de Bakunin.

 

El 5 de febrero de 1916, Ball fundó el Cabaret Voltaire, lugar de reuniones políticas, conciertos y lecturas de poesía, cuna del dadaísmo. A este movimiento pronto se unieron los rumanos Tristan Tzara y Marcel Janco, el alemán Richard Huelsenbeck y el alsaciano Jean Arp.

 

El 14 de julio de 1916, Ball presentó el Manifiesto inaugural de la primera velada Dadá, donde hizo evidente su inconformidad con la Europa de nacionalismos, las ideologías que representaban y las filosofías idealistas.

 

La participación de Hugo Ball en el dadaísmo duró aproximadamente dos años. Luego trabajó por un período corto como periodista para Freie Zeitung en Berna y se retiró al cantón de Ticino (Suiza), donde vivió una vida casi religiosa, privada de lujos. Falleció en Sant Abbondio (Suiza), el 14 de septiembre de 1927.

 

Algunos de sus mejores trabajos incluyen la colección de siete poemas Schizophrene Sonette (1911), el drama Die Nase Des Michelangelo (1911), su libro de memorias Die Flucht aus der Zeit, y la biografía del escritor Hermann Hesse (1877-1962), titulada Hermann Hesse. Sein Leben und sein Werk (1927). 

 



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