Revista Latinoemerica de Poesía

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225. Carlos Vicéns




La dicha de lo inacabado de Carlos Vicéns


Lo real desborda toda condición, sea humana, no humana o divina, y se confirma en lo infinito que se realiza por todas partes, momento a momento, sin que haya en su realización una entidad, un ser, un sujeto o una substancia que se contenga a sí misma. Desde esta perspectiva – que es ontológica, aunque no metafísica –, el arte en general y la escritura poética en particular es una práctica de lo infinito. Y puesto que no hay manera de concebir lo infinito sin el sentido de los límites, en esa práctica se asoman los bordes de un desbordamiento que vuelve, necesariamente, a los contornos de la forma. La dicha de lo inacabado es un digno recordatorio de esa verdad elemental, tan ignorada, por razones obvias, en esta época que se regodea con la exaltación planetaria de su propia inmundicia.

Francisco José Ramos

 

 

 

 

 

OJOS ADENTRO

Come forth, and bring with you a heart
That watches and receives.
- William Wordsworth

Recuerda sueños, aúna cuerpo y sombra,
lo que fuimos y seremos.

Algo prevalece en la memoria,
como ojos adentro en cada cosa que miramos,
buscando regresar a quienes somos.

A través del asfalto que al respiro empalaga,
a través de las vitrinas fantasmas
por cuyas fauces se abisma nuestro amor
imaginario, recuerda sueños.

Desborra los olvidos
del presente en el que estamos.

Algo indecible en la historia, como un retorno
a destiempo, pulsa esperando su desvelo,
entre ausencias y distancias, de ternuras y otras glorias
que quizás en el futuro entenderemos,
entre pugnas de cemento que apenas alimentan
el temor de la flor.

Recuerda sueños,
en vez de entregarte a la rutina ilusoria del reloj,
en vez de ignorar los roces del constante misterio.

Algo no cesa de asombrar, como un instante
refugiado en la piedra o en el sol,
en el río o en la brisa.

Todo lo que atendemos con fervor
es capaz de devolvernos la vida.

 

 

 

 

 

NO BASTA

No tengo cómo darte el corazón desde la distancia que impuso el estado de la ceguera. No tengo cómo darte el corazón cuyo latido abre sus ojos para aclarar que no estás. Porque entre el cuerpo y la memoria hay un espejo lejos del tiempo. Porque aquí está el porvenir de las ruinas, no tengo cómo darte el corazón desde el fondo de la herida que se ha trazado en espera de la voz, en espera de años fingiendo el olvido del hambre, en espera que te espera sin bastar el retorno del fantasma que desemboca en silencio.
No comparto contigo el nombre que emana de tu boca cuando me llamas bajo el yugo de los celos que transmutan el instante irrevocable. No he sido quien simula vuelos hacia donde te apropias de lo que fue gloria, de lo que ha sido una quimera enjaulada.
Allá no soy yo sino tú y cada cosa que no veo, cada curso de estancias fugaces que no habito ni habitaré, cada soledad que no reconozco por el miedo a contemplar la dicha de lo inacabado.

 

 

 

 

 


MIENTRAS

Nombro: puente del presente
al pretérito.
- José Hierro

Cómo conjugar el verbo de la historia,
cómo transportar al mundo la imagen
de un solo sueño, olvidado por el día;
si la voz fuera un puente a otro presente
y desborrara el mapa de los instantes,
pulsara la forma exacta del momento
y se extendiera hasta lo indecible,
alcanzaría lo inalcanzable,
pero qué tiempo con la palabra llega al tiempo,
o qué palabra con el tiempo llega a la palabra:
cómo regresar tanta vida a la vida,
huyendo, sucediendo, exiliando el futuro
del recuerdo.

 

 

 

 

 

 

ACASO PROGRESO

Hemos desdibujado un lugar en el mapa donde el sol acudía a su estancia de trigos. Y llegaban colores viajando sobre una brisa dorada, una brisa que se perdía entre nuestros nombres y se acumulaba diestramente bajo las sombras de nuestros cuerpos.
Podrá ser que aún vemos ese lugar mirando cómo el mar se hace sueño sin cama, un sueño tardado en su dilatación que calcina la continuación de nuestra violencia. Pero nos guardamos queriendo volver a ser ola, volver a ser vuelo y partida adelante, siempre adelante, otra vez a lo que desconocemos, a lo que llama sin saber quiénes somos.
En el cansancio de tanto deshilar las formas del mundo, seguimos anudando el mismo flujo, el flujo que carga y descarga nuestras voces: así comenzamos nuevamente a caer.
Cómo estar temprano para quedarnos en la quietud, para quedarnos donde el deseo queda.
Estamos en la atadura misma de este aire, durmiendo y callando, bastándonos con la entereza del lamento: golpeando la puerta equívoca de lo imposible.

 

 

 

 

 


ABISAL

En el fondo, sólo intento liberarme de estas cadenas
que se han hilvanado como enredos
de luz entre mis pasos: agito mi cuerpo buscando
la levedad de la calma.

Por mi boca, emerge una burbuja y dentro de ella
hay un grito de añoranza.

Con deseo tanto, miro
el aire en las alturas, la inmensidad de la espesura
allá afuera, pensando «no hay olvido sino una nada
que se torna, al cabo de un tiempo, transparente».

 

 

 

 

 

DUELO

Llama al tiempo
tu voz, que deshace la cifra del vértigo;
merma el miedo y el olvido;
dilátame recordando el sueño prohibido
que no soy, que no me estoy viviendo;
habla al fin de tu silencio,
lánzate de pulso, como una filosa nada
hacia donde no hay espera,
hacia donde estás, en mí, latiendo;
desemboca al nombre, escapa al aire,
como si el aire y el nombre no fueran,
mientras escapas, lo que siguen siendo;
descontinúa la violencia de la falta
irremediable;
calca la salida del fuego y huye;
rabia la luz, la sombra, calcina la muerte,
que callas al borde
de no saber quién eres;
interrumpe el día, la noche, el presente;
cae hondo para volar al grito,
que quiero alcanzarte desde volver a ti,
desde jamás haberte perdido.

 

 

 

 

 

 

CETRINO

Junto al viento el recuerdo
de aquel momento cuando estabas
llegando; la brisa
rapta el suspiro, tu nombre
escapa al aire y el árbol se despierta:
la luz, entre las ramas, habla de ti.

 

 

 

 

 


SÍNTESIS DE LA QUIMERA (III)

Llegarán días con otros nombres
y estarás incompletamente ausente;
la realidad es la distancia
entre tú y todo aquello que el tiempo ha deshecho;
qué me espera cuando finalmente despierte,
desvanezca todo el recuerdo de mi sueño
y escapes;
la sombra de una voz lejana
se aclara con los pasos del presente
y llama a quienes fuimos y apenas hemos sido;
cómo te creé, con qué palabra, con qué silencio;
quién eres
al abrirme los ojos y ya haberte olvidado;
hay algo inmerso en las millas que pulsa
como un cuerpo, como una imagen
y es quienes somos;
los años hacen transparente lo que deseamos;
se acercarán luces para sernos futuro
y ya nos habremos ido:
basta un abandono
para hacer de la vida un encuentro posible.

 

 

 

 

 

ENERO

Ida y vuelta llamaba su voz.

Por Natura te acercaste
cómo se inclina el brote a la luz.

Sin saber que aguardaba la vida en su mirada,
que habías sido sueño en sus ojos,
despertó un latido suyo que dormía en ti.

Te consolaste con aquellas palabras
«jamás es tarde, el mundo todavía gira.»

Desde antes, ibas a tocar fondo y a naufragar
hasta las orillas de un Eunoe. Ibas a recordarte.

Mientras su pulso crecía con el tiempo,
tú regresabas al instante presente,
al estadio del respiro. Ya le buscabas a ciegas.

Tu soledad no ha sido otra.
Qué primavera violenta
transformó la flor del abandono.

Su silencio se tornó en destello verde,
verde en su lengua. Allá lejos
donde no iba a estar fue a encontrarse
contigo. Y al abrir la puerta, escapaste
al umbral de su abrazo.

Había llegado a tu llegada.
Su sombra aclaró tu sombra.
Afuera todo fue casa.

 

 


***

 

Carlos Vicéns (San Juan, Puerto Rico, 1982). Escritor, músico y profesor. Ha llevado a cabo sus estudios de bachillerato y maestría en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. Sus poemas han sido publicados en revistas tales como América Invertida, Hotel Abismo, Tonguas, Retorno, Furman 217, entre otras. Además, se han publicado tres ediciones independientes de su poemario Raíz de la ausencia (2009, 2013, 2015). Actualmente, enseña y es estudiante doctoral de tercer año en el departamento de Hispanic Languages and Literature en la Universidad de Stony Brook, Nueva York.  Su último poemario se titula La dicha de lo inacabado (El Taller Blanco Ediciones, Colombia, 2020).

 



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