Revista Latinoemerica de Poesía

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TESTIMONIO CATORCE: La creación



Brutal y represivo, el dictador rumano Nicolai Ceausescu llevó a su país casi al abismo. El régimen eliminó todas las libertades, los oficios fueron vigilados y los recursos saqueados a su voluntad. La poeta Herta Müller lo ha contado en toda su obra. Pero hay una figura de la literatura rumana que acusó desde mucho antes la destrucción y el abandono del estado. Marin Sorescu: exiliado, proscrito, "fronterizo", como el mismo se calificaba, habla de aquella dictadura pero desde la ironía, la jocosidad y el sarcasmo. Único escritor que ha llenado estadios de fútbol, Sorescu representa la resistencia callada, la rebeldía sigilosa, la oposición furtiva.

 

SHAKESPEARE


Shakespeare creó el mundo en siete días.
En el primero hizo el cielo, los montes, los abismos
del alma.
En el segundo hizo los ríos, los mares, los océanos
y demás sentimientos,
Y se los entregó a Hamlet, Julio César , Cleopatra y Ofelia,
a Otelo y otros,
para que se enseñorearan en ellos con sus sucesores
por los siglos de los siglos.
El tercer día reunió a todos los hombres
y les enseñó los gustos:
el gusto de la felicidad, el gusto del amor, el gusto
de la desesperación,
el gusto de los celos, el gusto de la gloria.
Entonces fue que llegaron unos individuos que se habían retrasado.
El Creador les acarició, compasivo, la cabeza,
y les dijo que no les quedaba sino hacerse
críticos literarios
y negar su obra.
El cuarto y el quinto día los reservó a la risa.
Liberó a los payasos
para que hicieran sus cabriolas
y dejó a reyes, emperadores
y otros infelices divirtiéndose.
El sexto día solucionó unos problemas administrativos:
desencadenó una tormenta,
enseñó al rey Lear
cómo llevar su corona de paja.
Habían quedado algunos desechos del génesis
y creó a Ricardo III.
El séptimo día echó una mirada para ver si le quedaba algo por hacer.
Los directores de teatro ya habían llenado la tierra con carteles,
y Shakespeare consideró que después de tanto esfuerzo
valía la pena ver también él un espectáculo.
Pero antes de esto, sintiéndose sumamente agotado,
se fue a morir un poco.

 

 

La pintura que acompaña este poema pertenece al artista rumano contemporáneo Adrian Ghenie, Sin título.



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