Revista Latinoemerica de Poesía

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Asma y la revolución de la tierra



 

Hoy, más que nunca, el mundo que conocemos necesita respirar. En tiempos de confinamiento es hora para que las personas se desnuden y se miren a sí mismas. Dilucidar qué es lo verdaderamente importante. Compartimos cuatro poemas sobre la relevancia del aire y su espiritualidad:

 

 

 

 

 

Jorge Cadavid (Pamplona, 1962)

 

ASMA

Nada curará
al asmático enfermo.
Asma es amor— dijo el poeta.
El médico le impone la tarea
de asfixiarse con aire fresco.
Morir es una restricción difícil.

 

 

 

 

 

 

Fabio Andrés Delgado (Soacha, 1985)

 

ASMA

Y se depende más del oxígeno
que de las ideas, el dinero, los libros, la codicia.

¡Y se dependen tanto de respirar!
Cuando creemos en la libertad,
la justicia y la poesía,
los imaginarios de la razón y la filosofía.

Se desdibujan los discursos
las promesas, los caminos,
y quedamos con el acto simple de exhalar
una mano de aire,
una gota de viento,
para seguir las huellas de nuestra falsedad.

 

 

 

 

 


Lucas Herrera (Bogotá, 1993)

 

ASMA

No existe mejor
Jaula
Para un pájaro sin viento
Que el pecho
De un hombre triste

 

 

 

 

 


Víctor Rivera (Popayán, 1980)


LA REVOLUCIÓN DE LA TIERRA

Es de no creer este brote de las cocinas de Wuhan,
Esta mutación del dragón chino en ángel del apocalipsis,
Esta venganza de los murciélagos, de los pichones de pájaro,
De los perros, las arañas, los tiburones y las culebras.
De no creer la amarga medicina
Contra la enfermiza tendencia a querer comérselo todo,
Probarlo todo, viajar a todas partes, comprar todas las cosas.
Venganza del rinoceronte blanco, del tigre blanco,
Del oso panda, del lémur, la ballena azul y el koala.
Venganza de la ceiba, el cedro, el roble, el baobab y el terebinto.

Quién diría que un golpe de azar cromosómico,
Cultivado en las sopas primordiales de oriente,
Bastaría para encerrar la muchedumbre y detener las chimeneas,
Desalojar caminos, playas, campos, puertos de cruceros abultados.
Ahora todos quietos, congelados, piedras de sal, mujeres de Lot,
Contenidos en la escafandra y la burbuja,
Sin el tumulto de los circos y los estadios, sin goles, black friday,
Estrenos, convenciones, congresos, festivales.
Quién diría que la amenaza de una fiebre
Fuera medicina para calmar la fiebre de la exposición,
El carnaval, la cabalgata, la feria, el lanzamiento.
Si así mismo detuviera ejércitos, portaviones,
Barcos petroleros, turistas, cabalgatas.
Si así mismo obligara a volver la atención al cuerpo, la tierra,
El útero, el mar, el círculo de las montañas.
Por el momento, lo que se sabe,
Es que descansará la hierba de los parques y las alamedas,
El agua de las piscinas públicas, el alumbrado público,
Los cuadros de los museos sin el acoso de las cámaras,
Descansarán Pompeya y sus amantes petrificados,
Descansarán ruinas, mausoleos, monumentos,
Y los muertos enterrados en cementerios famosos,
Descansará la nieve sin palas y esquiadores,
Descansarán el alba y el ocaso en las playas despobladas,
Y volverá la huella del tigre a la sombra de las palmas,
La huella del cetáceo a los mares del sur y del norte,
La huella del pájaro migrante que borra la ceniza del cielo,
La huella de la lluvia entrando por el agujero de los topos,
La línea roja de los corales, la selva, los manglares,
El caimán y la tortuga desovando en la sal de la tierra,

Y caerá la ola nítida en playas blancas y vacías, la lluvia, el granizo,
Percutiendo la soledad de los jardines,
Y descansarán los glaciares ocupados por hordas de escaladores,
Descansará el Everest, el Alpamayo, el Kilimanjaro, el Cotopaxi,
Descansarán las pirámides de Egipto y El Vaticano,
Petra, Palmira, El Partenón, La Torre Eiffel, Machu Picchu,
También los niños sin ir a las escuelas,
Los jóvenes sin ir a las universidades,
Los hombres cansados de ser hombres
Y las mujeres cansadas de ser mujeres.
Descansará el viento del enrarecido viento
Y el aire del contaminado aire,
Y descansaremos todos de la aglomeración de los espasmos,
Las envidias, el orgullo, la vanidad, la competencia.

Por un tiempo, no se sabe cuánto,
Será mejor apartarse, como Bocaccio en tiempos de la peste,
Para rezar o reírse de la humana procesión desfigurada.
Y tal vez, en medio de la amenaza, sea de provecho la contención,
El replegarse como moluscos en la luz de su perla,
Como eremitas en la luz de su desierto,
Estrellas enanas en el resplandor de su núcleo,
Quietos todos, budas sentados,
En observación de los flujos corporales,
En observación de la chispa que enciende la interior llamarada,
Replegados a la espera del nacimiento, la emanación, el grito,
La caída de la bolsa, el desplome del petróleo, la congelación de la deuda,
El soplo divino que borre la protuberancia, el apéndice,
Lo adquirido falsamente en cínica fanfarria,

Replegados en la homeóstasis de la médula y el hueso,
Hechura de la quietud, elixir de la boca nueva, de los ojos nuevos,
Del cuerpo en el milagro de su breve paso por la tierra.



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