Revista Latinoemerica de Poesía

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106. Diana Carolina Daza Astudillo



 

Entre lo íntimo y lo imaginativo, entre los objetos de la infancia y lo que se esconde detrás de ellos, desde el juego epistolar o a la manera de diario, Diana Carolina Daza Astudillo (Bogotá, 1980), en su ejercicio poético, dobla el papel para hacer una especie de abanico espiritual con la palabra. Se sienta a un costado de la vida y ovilla desde un ángulo imposible para mostrar aquello que ha sido velado. Sus poemas siempre muestran algo más, un oficio perdido o un espacio nunca habitado.

Publicamos una muestra de sus poemas y reconocemos igualmente el importante trabajo cultural que ha realizado con el proyecto Piedra de toque, que le ha dado un enorme dinamismo a la manifestación de la poesía en Colombia.

 

 

 

 

DIANE ARBUS

He venido a hablarte de la admiración que sentí al entrar en el cuarto oscuro donde revelaste la belleza de personajes horripilantes y termino entregándote el retrato de una mujer mutilada por su propia mano. No me lo estás preguntando, nadie lo pregunta, pero este estado de infertilidad en las palabras es miserable.

Sin que mis páginas florezcan, insisto en escribir, pero solo una pesada capa de musgo, que cambia de verde a gris, de gris a negro, se extiende sobre ellas. Mis palabras no han alcanzado a ser más que leña verde, fetos de pájaros y tigres y cometas sumergidos en frascos con formol, puestos sobre la repisa de los intentos fallidos.

 

 

 

 

 

DACIA MARAINI

Tus noches de fin de año llegaron como el verbo que conjugaba el tiempo en el que viajábamos en casa. Fue difícil escapar de ese cuadro que pintabas con tus palabras. Ese espacio blanco cubierto de agua rota y cuellos torcidos.

Llegaste con tus noches de fin de año y tu dragón de oro, para recordarnos que estos últimos días en casa han sido un largo y sostenido gemido de dolor. La música de mi madre y su cáncer, con su colección de cajas de hidromorfona y dextrosa. Ella que ya no habla, no se mueve, no mira con amor.

Mi madre, esa herida en la que todos hemos ido cayendo.

 

 

 

 

ALEJANDRA PIZARNIK

El hastió por un padre, una madre y una hermana, condenados a los buenos modales. Demonio oculto bajo un rostro agrietado por la juventud o ángel incomprendido buscando la libertad en una habitación cubierta de sombras y fotografías.

Sartre y las anfetaminas. Sasha, Flora, Buma, Blumita o Blímile o todas juntas desangrándose en las páginas. Una cajetilla tras otra consumida a escondidas. Olga, Liz, Julio y Bretón. El reposo en un pecho de cuarenta, el deseo ausente en una boca de veinte, el amor como naufrago, la soledad como gobierno.

Alejandra, tu nombre ensordece, puedes estar tranquila, dejaste de ser esa pregunta tartamuda, rebotando en un abismo.

 

 

 

 

LA SINGER

Abatida por el frío que envuelve la casa
la vieja Singer olvidó contar historias
los niños no creen que su pedal es un barco
ni su rueda un timón que dirige los sueños.

Sus dedos ya no cosen
la fatiga de andar un día tras otro
los uniformes para el colegio
el dobladillo del pantalón
el vestido de domingo de la muñeca.

Nadie escarba entre sus cajones
buscando el hilo que remiende el paisaje
de una generación de pequeños animales
mezcla entre panteras
pájaros y hormigas
con corazón de ballena azul.

El ojo de su aguja
afectado por el juego cotidiano de la vida
dejó de respirar.

Como un cíclope enfermo
se oculta en la soledad de la casa.

 

 

 

 

 


El héroe nace cuando muere
y la hierba verde renace de los carbones.
Ernesto Cardenal

LOS JUEGOS PIROTÉCNICOS anuncian el año rojo, espigas de fuego caerán para limpiar la casa y la mirada. Vendrá el mar a sanar promesas de cartas muertas, quedarán las hojas en blanco, los sobres vacíos, el pincel creador de un nuevo calendario. Quedaremos tu y yo, sobrevivientes del incendio de la vida, habitando una esfera donde levantaremos la ciudad de los arqueros, las brujas y las olas. Trapecistas de finales, improvisadores, héroes del holocausto de nuestro tiempo.

 

 

 

 


***

EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN es como el arte del trapecio. Una boca nos invita a avanzar o detenernos. El amante como el trapecista, debe aprender a controlar la respiración al enfrentar el vacío. La técnica exacta aparece con la cantidad de intentos fallidos. Un movimiento en falso, atrae la caída, del equilibrio, depende la plenitud del beso.

 

 

 

 

 

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A Jennifer Guzmán

HERMANA MÍA, volvamos a la casa de los abuelos a cosechar mangos. Encendamos el radio del kiosco y bailemos hasta que mueran las chicharras. Ven, rompe la casa de las muñecas, vigila mi primer beso. Recojamos las risas que olvidamos en el tendedero, esquivemos los murciélagos y la misa del domingo. Viajemos en el triciclo mientras vemos crecer tus hijos y buscamos los míos en el paisaje.

Bailarina, soldadita de plomo bañada en orquídeas, hermana mía. Si mi nombre tropieza con la eternidad antes que el tuyo, despliega estás páginas y ahí estaré, esperándote a la salida del colegio, con la mano extendida para atravesar el pueblo, hasta llegar a salvo a casa.

 

 

 

 


***

DE TODAS LAS FORMAS de perder el tiempo, elijo este oficio de la curiosidad: Husmear las billeteras, las mesas de noche. Espiar la rutina de los solitarios, el último desayuno del suicida. Conocer la fotografía que besa el ladrón antes de dormir, la forma en que encajan los cuerpos después de la estampida de sudor, saliva y soledad.
De todas las formas de perder el tiempo, prefiero este oficio de la curiosidad, deja la mano caliente y espanta esa mala costumbre de escarbar los cajones del pasado, donde el cantó de la vida se apagó, como la melodía del piano abandonado en el sótano de un teatro.

 

 

 

 


***

HAY ENCUENTROS en la vida que dejan la sensación de un largo viaje por una carretera sin focos de luz, donde corrimos sin frenos pagando peajes innecesarios, esquivando mariposas en el parabrisas. No es bueno acabar las monedas en el pozo de los buenos deseos, para cuando abandonados, mutilados, aguardemos por el autobús que nos lleva de regreso a casa. Hay encuentros en la vida que dejan cicatrices en la memoria, producto de viajes equivocados.

 

 

 

 

 

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“No me dejes entonces nunca a solas
con mi desconocida:
no me dejes conmigo”
Olga Orozco

LA MUJER DEL CAFÉ llega cuando la ciudad busca un hombro para descansar, pide la mesa, la bebida de siempre y se sumerge en una libreta de notas.
La mujer del café ha sido golondrina, dragón y olvido, beso desatándose en un bolsillo, rayo, tumba, cerilla apagándose en un andén. Aldea, cementerio. Rueda girando a las tres de la madrugada. Alucinación, espasmo, revelación. Corazón servido en un plato, promesa, brújula, un lunar azul muriendo en un hospital. Apetito contenido, neurosis, barro y hierba. Altazor, sordomuda, heraldo negro, un zapato olvidado en bocas de ceniza. Comunión, milagro, un animal que tiembla y escupe fuego. Disparo en un espejo, bicicleta sin frenos, olor a campo, brandy y cemento. Lengua rota que se agita cuando llueve.
La mujer del café vive en su libreta de notas. Nadie sabe del noviembre en que miró atrás y se volvió sal. Nadie le reza un padre nuestro. Nadie sabe del espanto que padece cada vez que reescribe estás páginas y del chillido del animal que salta en su pecho pidiéndole café, boleros y un espacio en el sótano para esconderse del ruido de la máquina Fabricante de abismos.

 

 

 

 

Diana Carolina Daza Astudillo (Bogotá, 1980) Redactora creativa y promotora cultural. Textos suyos han sido publicados en revistas de creación literaria y suplementos de Colombia, Ecuador, Chile, Venezuela y México. Ha sido invitada a encuentros de creación literaria en Colombia, Venezuela, México y Ecuador. En el 2003 publicó con la colección AQUÍ ESTAMOS DECENA de la editorial Funcreta, el poemario el abrazo de los días grises, en el 2010 participó en la publicación colectiva: Domingo, vendedor de globos con el laboratorio de escritura de las Américas. Actualmente dirige el proyecto editorial independiente PIEDRA DE TOQUE. En el año 2013 editó el poemario el Nacimiento de la Gargolena con la colección estampillas poéticas y en el 2014 su poemario Los demonios y la lluvia fue editado por el proyecto Pirata Cartonera.

 

 



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